lunes, 2 de junio de 2014

Ponderación, por José García

Mi única intención aquí era aprender, darme un nuevo reto, escribir algo que dijera algo. Creo que con mayor o menor acierto lo he logrado, si no somos muy exigente en ésta valoración. Pero lo que realmente he aprendido, una vez más, es poner en valor a la persona, al ser humano. Cómo un grupo totalmente heterogéneo, en esta coincidencia del espacio tiempo, es capaz en torno aquello que les une, la escritura, expresarse libremente, aflorando sentimientos e ideas muy personales que han tenido el respeto de todos.

Puedo decir que he disfrutado y aprendido cada semana con vuestras historias. Con la tierna pedagogía que se desprende de los relatos de María del Mar, donde afloran y se entrelazan a la vez fuertes sentimientos. La fuerza, la osadía (por extrovertida) de Matilde, donde resalta su rebeldía y valores como el respeto y la tolerancia. La madurez, la creatividad y una gran sensualidad descriptiva de Sonia. La realidad imaginativa, en continua reflexión sobre nuestro mundo, pero siempre emotiva y sentimental de Carmen. La fantasía en la que recrea la lucha del bien contra el mal, pura magia que humaniza con el amor, de Samuel. La naturalidad de Mari Carmen, como si estuviera conversando, contando una pesadilla o un mimo, con la candidez de su juventud. Y aunque estuvo poco tiempo, con la ocurrencia, la espontaneidad y el humor de Vicente. También, aunque no haya estado éste año, la sobriedad de José Miguel.  Pero sobre todo de Sara, (es la “profe” y habrá que hacerle la pelota). No, lo digo sinceramente, ha sabido hacer y no es fácil, del elogio la critica oportuna para corregir, valorando al mismo tiempo, el trabajo y el esfuerzo de todos y cada uno. La palabra “mejor” solo la ha utilizado para valorar la mejora colectiva, por lo que hemos trabajado sin rivalidad, con la ilusión de ofrecer lo mejor para compartirlo.

Entender que esto no es una crítica literaria, mi osadía no da para tanto, solo he intentado dar expresión a sentidas sensaciones. No sé si volveremos a coincidir, no sé si continuaré, me lo pensaré éste verano, pero presumo de haber compartido ésta nueva y grata experiencia, para mí, con todos vosotros y vosotras, y en la que, como dice el poeta, hemos sido y sabido ser, compañeros de viaje.


Gracias


Hay un lugar, por Carmen Gómez Barceló



Hay un lugar donde por un tiempo somos libres. Allí, llegamos, dejamos en la puerta la cordura más pragmática y damos permiso a la insensatez, y licencia a los pensamientos hasta ahora encarcelados.

Es zona franca, un espacio en el que circula sin aranceles la creación y el ingenio. Podría considerarse la guarida de las letras.

Conviven en el antro seres de todo tipo y todos se soportan. A menudo podemos ver como un chico y una chica cuidan de sus bebés “micromachines”. También se oyen voces y puñetazos continuamente porque alguien está muy cabreado. Además una tal Susan, corre de un lado para otro sin parar mientras un navío, El Jolly Roger, hace su entrada en escena. Manuela se tapa los oídos porque hay un disco de Antonio Molina que no acaba nunca y cerca de ella, un enorme Boeing 777 parece que está a punto de estallar. “Por favor no me despiertes” grita un pobre moribundo mientras un piano se convierte en asesino.


Una tal Sara Coca nos anima a presentar a los que allí estamos, lo que nuestra mente guarda y nunca nos atrevimos a contar. Este lugar se llama llama Bohemia y en Bohemia escribimos cuentos con Sara.