-Es
la última vez... antes de que te vayas, ¡Nico! –Titubea Daniel, un poco
taciturno, dirigiéndose a su hermano mayor, que no aparta su ojo del telescopio
OMNI XLT 102, que apunta hacia las estrellas.
-No te
preocupes, Dani, si esta noche no conseguimos nada, habrá más ocasiones. En el
campo de la investigación hay que tener mucha, mucha paciencia, y no me
sorprendería que... incluso nunca podamos ver algo inusual en este maravilloso
cielo.
-Pero lo
volveremos a intentar cuando regreses ¿No?.., -¡Aja! –Contesta el hermano.
Daniel se
queda callado, sus pensamientos han dado un salto, con una manita metida en el
bolsillo y con la otra arrascándose la cabeza, le pregunta -¿Tú crees que el
abuelo estaba loco? -Nicolás cambia la dirección de la mira del telescopio, igual que el niño de
conversación.
-No, no estaba
loco, estoy seguro de que lo que contaba una y otra vez lo vio realmente ¿No te
acuerdas? El abuelo era una persona incapaz de inventarse una cosa así – Y le
tiende la mano para que se acerque, invitándolo a que mire por el telescopio.
Baja el trípode hasta ponérselo a la altura del chaval
– No, no me acuerdo – Responde el niño a la
vez que bosteza -Apenas me acuerdo de él, salvo lo que tú....¡Bueno! y papá me
habéis contado... – Y coge con las dos manos el telescopio.
Como siempre
se asombra. Emite un ¡¡¡¡Oh!!!! Como si fuera la primera vez que ve ese cielo oscuro aumentado,
percibiendo miles de estrellas que antes eran invisibles. Aparta el ojo de la
mira y observa el cielo, y vuelve al telescopio, comparándolo mentalmente con lo que aprecian sus ojos a
simple vista, repite el movimiento varias veces, como queriéndose convencer de
lo que ve.
-Busca Orión
¡Ya sabes!, junto a Sirius, enfrente de
Aldebarán.
-¡Si!, ¡Si! Ya
lo veo –Daniel no está muy seguro, pero
por nada del mundo defraudaría a su
hermano. Nicolás sonríe, se agacha y mira por el cristal, desvía el telescopio
hacia el oeste, se levanta y le revuelve con cariño el pelo - ¡Ahí está Orión!,
esa es la dirección que decía el abuelo, de allí vino el ovni.
-No veo nada,
¡No vamos a ver nada otra vez! –Protesta el niño
-No seas
impaciente, lo que le ocurrió al abuelo ocurre una vez en la vida, o nunca,
como me da la impresión que nos va a pasar a nosotros. ¡Descansemos un poco!
Vamos a cenar, creo que mamá nos ha hecho esos bocadillos que tanto nos gustan,
¡Venga! No serán capaces de aterrizar mientras cenamos.
Nicolás y
Daniel se sientan en los aislantes, junto a los sacos de dormir que han preparado antes de instalar el campamento de observación. La operación de búsqueda la
realizan cada vez que Nicolás regresa de una misión. Los dos hermanos se llevan
cerca de veinte años de diferencia, pero es algo que parece no importarles.
Cuando están juntos son dos camaradas, dos compañeros que tienen como afición
el avistamiento de ovnis, afición que alimentan desde que su abuelo llegó una
noche impresionado por una visión resplandeciente: Una nave suspendida en le
horizonte.
Ahora sus
nietos están cenando en ese mismo lugar, en lo alto de un promontorio, desde
donde se divisan a lo lejos, los tejados de pizarra del pueblo, cubiertos de un
cielo cuajado de estrellas, como son allí las noches en primavera.
Sentados, en silencio un hombre de treinta
años quiere volver a sentirse niño, y un niño de once quiere ser ya un hombre.
-Te veo muy
pensativo, Daniel ¿Te preocupa algo?
-Es
que...no... no quiero que te vayas –Protesta con tristeza- Hay militares que se
quedan en España ¿Porqué tú no?
-Me destina
allí, ya lo hemos hablado, pero vuelvo dentro de tres meses, y seguiremos
reuniéndonos aquí a ver si algún día divisamos algo... –Pero Daniel permanece
callado, hasta que exclama con decisión
-Cuando sea
mayor voy a ser como tú.
-¿Cazador de
extraterrestres? – Bromea Nicolás
-¡No!, Nico,
¡Militar! Yo seré capitán y tú por lo menos ¡coronel!
El hermano
mayor deja un momento el bocadillo en el aislante y coge las manos de su
hermano, que está a punto de que se le caiga la cena, sujeta sus manitas sin
fuerza pero firmes y busca los ojos de
Daniel que le mira con devoción, Nicolás le habla contundentemente
-Prométeme que
nunca ¡Nunca! Serás militar, ¡Prométemelo! – Daniel se sorprende de la seriedad
de su hermano, hasta tal punto que solo balbucea... -¡Vale! - Y está a punto de
que se le salten las lágrimas, pero se acuerda de lo que le dice su padre, en
las ocasiones en que se emociona: “ Un hombre nunca llora”
Nicolás, para
quitar la tensión que se ha creado en un momento comienza a relatarle por
enésima vez la historia de Orión, que tanto le gusta al chico.
-Orión era un
gigante hijo de Poseidón y Euríale. El más apuesto de los mortales y tenía el
don de nadar sobre las aguas..., - Cuando termina el relato con “La madre Tierra, alarmada mandó un
gigantesco escorpión para que le matara...” -Se da cuenta de que su hermano se
ha quedado dormido. Se levanta y le tapa con el saco de dormir.
Ahora sólo, en
el silencio de la noche, contempla el
microscopio solitario haciendo contraste con la oscuridad del paisaje, vigilando
el cielo en dirección al oeste. Se pregunta cuando volverá a tener una noche
como esta, tranquila, despreocupada, respirando la paz que le envuelve y se
horroriza recordando esas otras noches donde lo peor del ser humano parece que
se despliega con total naturalidad, noches estremecedoras, noches de guerra.
Esta noche a
Nicolás no le importaría volver a ser Nico para toda la vida, y poder perseguir
sueños al lado de Daniel y de su fresca ingenuidad...
Se despierta
de golpe, son cerca de las cinco y media de la mañana y empieza a despuntar el
día. Llama a su hermano y le mira con cierto aire de frustración y de enojo, no
ha podido resistir el sueño y calcula que se ha quedado dormido una hora.
Empiezan a
desmantelar el campamento, deseando llegar a casa, tomar algo caliente y dormir
un poco. Los dos hermanos callan cada uno pensando posiblemente en sus
ilusiones o en sus miedos que con la incipiente luz parecen diferentes, pero
les envuelve una pesada, una densa
tristeza, como si fuera parte del ambiente.
Nicolás se
agacha para recoger la funda de la cámara HDAVCAM PANASONIC AG HN 40 KIT cuando
nota que algo le toca suavemente la mano, desapareciendo al instante. Levanta
la cabeza y se encuentra a Daniel inmóvil, con la boca abierta y los ojos fijos
en numerosos filamentos plateados que se evaporan al mismo tiempo que
descienden del cielo.
-¡Pelo de
ángel! –Susurra Nicolás bajito como si tuviera miedo a asustar a ese extraño
material -¡Pelo de ángel! –Vuelve a murmurar, parece que escucharse le da seguridad
de que lo que está viendo no es una alucinación debido a una noche de insomnio.
Abre lentamente la cámara y empieza a
tirar fotos, hacia el cielo, hacia los
tejados de las casas, o acercando sólo
un poco el plano a la cara de su
hermano, con esa expresión de
absoluto asombro cuando se ve rodeado de una lluvia de polvo, polvo de estrellas que se desintegra
antes de llegar al suelo.
Daniel
permanece absorto, hasta que el extraño
suceso desaparece del todo. Sin apartar la mirada del cielo y
arrastrando los pies se va acercando a su hermano, le coge de la mano y
consigue preguntarle
-¿Qué es eso? , ¿Qué ha sido, Nico? – Nicolás nota que le
tiembla la mano al pequeño, le abraza
mientras que le explica
-Según los
que creen en la existencia de Ovni es
aire ionizado cayendo como aguanieve después de estar sometido a un campo
electromagnético provocado por una nave espacial, aunque nadie hasta ahora ha
podido explicar este fenómeno...
Cuando Daniel comprende lo que ha podido
suceder mientras dormía empieza a llorar de emoción, se acuerda de lo que su
padre le dice sobre llorar, pero esta vez le da igual cuando nota como las
lágrimas de su hermano se funden con las suyas.
Han pasado
cuatro años desde ese inolvidable día, y Daniel se ha convertido en hombre
prematuramente. Hoy no es un hermoso día de primavera, ni es de madrugada. El cielo está encapotado
como queriendo acompañar la profunda tristeza que sufre el muchacho desde que recibió la noticia, desde que
recogió los restos de su hermano, muerto en uno de esos bombardeos absurdos de
la guerra.
Procura
revivir aquella noche, las palabras de Nico hablando del abuelo, la promesa que
le hizo de no ser militar y la lluvia mágica
que experimentaron.... Comienza a llover, levanta la cabeza y quiere
convencerse de que el agua que le empieza a empapar es aquella jalea estelar,
aquella gelatina traslúcida y gris que se evaporaba poco después de caer del
cielo. Abre la urna que ha estado sosteniendo hasta ahora con sus manos y
empieza a esparcir las cenizas, murmurando para sí “Hoy serás polvo de
estrellas, Nico, hoy descansarás junto a Sirius, enfrente de Aldebarán hoy
llegarás en Orión”
No hay comentarios:
Publicar un comentario