Cada martes espero en la parada del tren de las ocho, el cual me lleva a distintos
mundos. Cada mundo es diferente al anterior. Mundos creados a partir de la vida
misma y distintas ideas cuya finalidad es mostrar universos con algunas
diferencias entre estos y en el que vivimos.
Mientras
estoy sentado en la cómoda butaca del vagón, las ventanas muestran historias
increíbles. Ciencia ficción, realidad y fantasía se unen cada martes para
revelar los secretos de las mentes de sus creadores.
Cada
uno de los pasajeros muestra en forma de paisaje una historia diferente cada
semana. Se pueden apreciar las experiencias personales y el interés por algunos
sucesos aportando respuestas posibles. En cada viaje, aprendemos puntos de
vista diferentes y formas de expresarnos
y elegir modos de escribir nuestras propias historias.
Nuestra
imaginación no tiene barreras más que las que nosotros mismos ponemos con
nuestro miedo. La historias creadas por nuestra mente crean a su vez nuevos
mundos en los que hay cambios, son los frutos de nuestros esfuerzos y talentos
creativos.
Al
llegar al final del trayecto vuelve a empezar la espera por la creación de esos
mundos llenos de personajes y hechos completos de magia creativa.
Los
escritos hechos por la inspiración que nos aporta el corazón son el reflejo de
nuestra alma.
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