sábado, 4 de febrero de 2017

Días nublados, por Luisa Yamuza Carrión




A pesar de ser domingo, Napoleón se ha levantado a las seis de la mañana. Enciende un cigarro. Las hondas caladas alumbran su rostro hinchado por el sueño. Eleva el corpachón de la cama y se dirige descalzo hasta el váter. Un intenso olor acre inunda el ambiente. Se vuelve, se lava la cara y se peina con las manos. Regresa a la habitación, da dos caladas largas a otro cigarro y lo deja en el filo de la mesita de noche. Se viste con una camisa de cuadros y unos vaqueros arrugados. Sin desatarlas se enfunda las deportivas y sale de la casa. 

- Ponme un carajillo de coñac.
- Tienes mala cara, Napoleón- una sonrisilla adorna la cara blanquecina del camarero -¿No has dormido bien?
- ¿Mala cara?...La de siempre- Responde en tanto aprieta los labios con la cabeza gacha.
- Ya, claro, tú qué vas a decir. Eso de ser soltero de nuevo tiene sus ventajas, eh?- otra sonrisilla.
- No creas - Bebe de un solo trago el mejunje y tira unas monedas sobre la barra- Quédate la vuelta- Se dirige hacia fuera. Arrastra los pies.
- ¡Adiós hombre!

El camarero no recibe respuesta. Recoge el vaso de café, el plato, la cucharilla y los enjuaga. Los golpes en el fregadero se mezclan con la música estridente de la tragaperras. 

- Con lo buena que estaba la Mercedes...- masculla entre dientes.

Napoleón enciende el último cigarro entrando en la estación. Compra otro  paquete de Ducados en la máquina. Sube al autobús y se sienta en el único asiento libre, al lado de un cura. Hace el viaje mirando continuamente por la ventanilla.  Llega a su destino a las once. Las nubes  bloquean el cielo pero hace veinticinco grados. En cuanto empieza a caminar el sudor le chorrea por la cara, incluso por los brazos hasta alcanzar las manos. Los recuerdos le asaltan.

- Cada vez estás más gordo. Ya no te sirve ni un pantalón del año pasado. Podrías decirle a tu madre que no te hiciera tantos bocadillos de chorizo.
- Si tú cocinaras...
- Si yo dejara de trabajar, cocinaría, pero no pagaríamos la hipoteca - Mercedes, mira al marido con cara de superioridad- ¿Qué prefieres?
- Tú te empeñaste en comprar el piso...
- Si hubieras hecho caso a Alfredo no te hubieran despedido.
- ¿Alfredo? ¿Ese que no dejaba de mirarte el culo cuando salíamos de copas? Claro, Alfredo... el guapo, el listo, el delgadito. ¿Cómo no iba a salir ese?
- Pues allí sigue. Ya es jefe de sección...
- Veo que lo tienes controlado...
- Me enteré hace un tiempo... no recuerdo quién me lo dijo- titubea la mujer.
- No te acuerdas... ya. 

Aún puede sentir los escalofríos que lo embargaron ese día. A unos cien metros de la vivienda, comprueba el contenido del interior del bolsillo.  Mira hacia el cielo. La nubes no se han disipado. Por un instante cree oír a su madre:

- Napoleón cariño, en tu destino está escrito que un día serás un hombre fuerte, bravo, como un emperador. Nadie podrá llevarte la contraria, te obedecerán y  se plegarán a tus deseos. Napo, querido...serás un gran hombre, ya lo verás.
- Hoy es el día - musita con voz ronca- tus predicciones se cumplirán en unos minutos, madre.
             
Mercedes abre la puerta confiada. Pero la expresión de su cara se transforma al instante. Doce puñaladas certeras dejan el cuerpo de la mujer desmadejado en el umbral. El hombre se sienta en el jardín. Los policías lo encuentran en la misma postura cuarenta y cinco minutos después.

En la comisaría le toman declaración. Lo explica todo con fluidez, con detalle, sin resistencia. Desea acabar pronto. A media tarde siente una punzada en el estómago, como náuseas. 

- ¡Oiga! ¿aquí cuando se come?- Casi grita- Pero el agente de policía, enfrente, lo ignora.
- Repito, ¡tengo hambre! No he comido desde esta mañana. ¿Ni siquiera tienen por ahí un bocadillo?

El calor es insoportable en la estancia. Este año tampoco ha habido dinero para arreglar el aire acondicionado. El agente, resignado a la temperatura sofocante, intenta evadirse pensando en su hijo. Este fin de semana le tocaba. Iban a ir al cine. Su ex, había arrugado el ceño cuando le dijo que tenía que trabajar. 

- Y este toca pelotas solo piensa en comer - rumia- Na-po-le-ón -pronuncia mirando el reloj- Vaya nombrecito...Ya queda menos para las diez. 

En el exterior el sol no ha podido con las nubes. En esta tierra el frío se entretiene. Es noviembre y los nublados  aplastan las ideas, azuzan el fuego.

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