martes, 13 de enero de 2015

¿Yo soy, qué? por Sonia Quiveu



A mis treinta y cuatro años sigo buscándome a mí mismo, intentando encontrar una respuesta a mis deseos.

Supongo que el miedo al qué dirán, la vergüenza, y el temor a no ser aceptado, hace que siga sin decidirme qué quiero en mi vida, si un hombre o una mujer.

En el mundo virtual, me pongo nombres neutros y saco esa parte de mí que no quiero mostrar. No digo si soy chico o chica, dejo que ellos interpreten a su antojo, y me dejo llevar por la situación.

A veces, cuando hablo con hombres, llego a extremos en los que el placer de lo que decimos en el chat, me transporta a un mundo erótico de homosexualidad que para mí es inimaginable en el mundo real. Tan excitante como cuando creen que soy una chica con ganas de sexo.

En otras ocasiones son mujeres las que hablan y me provocan hasta ponerme a cien. Juego varios papeles con ellas y cada una de esas noches soy alguien diferente. Eso les encanta: Una lesbiana, un gay que quiere reformarse, un hombre experimentado, un chico que aún es virgen debido a su timidez… Tantos papeles para interpretar. Cada uno es una fantasía que me gustaría realizar.

Pero existe la realidad, y fuera de ese mundo soy ese tipo que todas quieren y que luego odian cuando les rompe el corazón.

Quedo con ellas, las encandilo porque sé qué quieren de un hombre, es lo que también yo querría en parte, por lo que es fácil acertar. Y me alejo cuando quieren aferrarse.

Sería fácil escoger a una y enamorarla. Convertirme en el hombre de su vida. Para mí no tiene secretos cómo funcionan.

 Me gusta disfrutar de una mujer, pero también está esa parte de mí que no quiere renunciar a la posibilidad de que un día, tenga el valor suficiente de probar todo aquello que escribo a otros hombres, o lo que ellos me escriben a mí.

No quiero descartar esa idea. Aunque de momento no tengo el coraje de quedar fuera del ordenador y comprobar qué tan placentero es lo que en mi mente parece ser increíblemente bueno.

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