miércoles, 19 de octubre de 2016

El paquete, por David Fernández




Tian estaba bastante contento con su trabajo. Bien es cierto que llevaba sólo un par de meses, y aunque entrar en el cuerpo de policía de China era una buena opción más que un sueño, lo había perseguido desde hacía mucho.

Se encontraba en la calle donde le tocaba hacer la ronda aquella noche. Apenas había gente y Tian estaba a punto de acabar su turno. Sólo podía pensar en las ganas que tenía de llegar a casa. Estar una gran cantidad de horas recorriendo calles sin nada interesante que hacer desesperaba a cualquiera, aun siendo una novedad para él.

De repente, Tian reparó en un hombre con un aspecto sospechoso que vestía con ropajes largos que ocultaban su piel. Una vestimenta nada habitual con la ola de calor que estaban sufriendo. Rápidamente pensó que ésta era su oportunidad para un ascenso rápido, demostrar su valía atrapando a alguien potencialmente muy peligroso, con lo que decidió seguir sus movimientos e intentar pillarlo con las manos en la masa, ya que sin pruebas, la pifia podría ser monumental. Sabía que se encontraba ante una clara situación de triunfo o fracaso, por lo que sin que el transeúnte se diese cuenta, fue tras él por cada callejón.

El hombre al que seguía se mostraba bastante inquieto y llevaba un paquete entre sus manos; una caja de cartón pequeña y precintada. Al girar cada esquina, miraba a su alrededor para asegurarse que nadie iba tras él. 

Tian pensó en un par de ocasiones que acabaría notando su presencia, "quién diría que una complexión delgada y, a simple vista, debilucha podría ser de utilidad en persecuciones", pensaba él, que podía saborear el momento de pillar a su objetivo con las manos en la masa.

Tras varios kilómetros recorridos, el sospechoso llegó a un contenedor de basura donde introdujo el paquete. Tian, sorprendido, pues pensaba que el paquete iba a ser entregado a otra persona en mano, se quedó paralizado, con la duda de si arrestar a éste que acababa de soltar el paquete o si esperar y arrestar al que viniera a recogerlo.

Tras unos segundos decidió que era mejor la última opción. Se había pasado del horario de su turno por bastante tiempo, pero tenía claro que no podía dejar escapar esta situación.

Los segundos parecían minutos. Los minutos horas. Las horas interminables. Procuraba no apagar su mente pues sabía que en cualquier momento podría dormirse debido al cúmulo de horas que llevaba sin descansar, se tarareaba canciones, intentaba recordar momentos de su infancia...

Amaneció. El sol empezó a asomarse por el horizonte cuando llegó el camión de la basura. Tian, muy desconcertado, no entendía por qué ese paquete no había sido recogido por nadie. ¿Acaso se había quedado dormido sin darse cuenta? El camión se aproximó al contenedor, momento en el que no pudo controlar el impulso de ir corriendo hacia el mismo al grito de "¡No lo hagan, ahí hay material para un caso de investigación!". El caminó paró y Tian, con ansias, abrió el contenedor y vio allí el paquete. "Seguía aquí, menos mal que hice parar el camión". Pensó. Con más curiosidad que sentido del deber, decidió que era ahora o nunca el momento de abrir la caja. Sacó un pequeño filo cortante de su cinturón y rompió la cinta que la cerraba. Decidió que abrirla y ver su contenido. Antes de sacar aquello del contenedor era lo más inteligente.

Era un bebé. Tian, con sudores fríos recorriéndole la espalda, lo examinó y se dio cuenta de que era una niña. Sus sollozos roncos no hacían más que confirmar el calvario que llevaba sufriendo a lo largo de las horas.

-¿Encuentra lo que busca, agente? ¿Podemos llevarnos ya la basura? - Preguntó el basurero, con cara de no estar agradándole que retrasaran su horario de trabajo.

La deshonra de parir una hembra era insoportable. Tian no podía acusar la acción que hizo el sospechoso que estuvo siguiendo aquella noche, pues él, en el pasado, había hecho lo mismo. 

Se guardó el filo cortante en el cinturón, volvió a intentar cerrar la caja con el mismo aislante que tenía originalmente y miró al basurero que le hizo la pregunta mientras los sollozos del bebé se confundían con el ruido del motor del camión.

-Sí, pueden llevarse la basura, lo que andábamos buscando no está aquí.  

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