martes, 25 de octubre de 2016

Único en el infinito, por Maria del Mar Quesada Lara




Mi abuelo Galileo me contó una historia que ocurrió en Matemático, un continente donde los habitantes eran números y cifras. 

En los inicios solo existían el 0 y 1. De aquella combinación solo se pudo obtener un sistema binario, pero era tremendamente aburrido y fastidioso para la vista. Sin embargo, un día se sumaron 1+1 y dio como resultado un 2. Aquello fue un hito, pues fue el comienzo de una nueva era.  2+1 engendraron a 3, 3+2 concibieron al 5, 5-1 dio lugar a 4… y así fue como empezaron todas las combinaciones posibles después de sumar, restar, multiplicar y dividirse todos los números, dando lugar a nuevas cifras que a su vez se combinaban con otras para ir creciendo. Evidentemente la endogamia estaba permitida en aquel continente, donde la religión no llegaría nunca ante tanta lógica. A esta región habitada por números se llamó Aritmética. Con la evolución y el crecimiento demográfico surgieron otros números indecisos y complicados como X, Y, A, B…  y colonizaron otra región a la que llamaron Álgebra, pero ya hablaremos de ella otro día.

Todo funcionaba correctamente en Aritmética hasta que un buen día el número 2 desapareció. Era un caso para el detective John Par, solo él podía averiguar qué había ocurrido con el número 2. La única pista era una nota donde se podía leer: «Eres el único». John se debatía entre varias hipótesis: habría sido secuestrado o habría huido para evitar un peligro mayor. Tras observar y estudiar algunas pistas, solo podía aferrarse a la única prueba palpable, la nota. No tuvo más remedio que admitir su propio fracaso cuando tuvo que ponerse en contacto con su mayor rival, Julius Impar. Quedaron a media tarde en el bar Cálculo que estaba en la intersección que dividía varios distritos. John detestaba la soberbia y altanería de Julius Impar, sobre todo desde que los números impares habían descubierto que ellos eran más productivos que los pares. Pues estos, los pares, solo dan como resultado otro número par tras sumarse, restarse y multiplicarse, y solo dividiéndose podían engendrar un impar. Sin embargo, los impares podían obtener cifras tanto pares como impares, su productividad era manifiesta.

Tras presentarle los hechos y la única prueba, John le propuso a Julius trabajar juntos en este misterioso y peligroso caso, pues era de vital importancia la existencia de 2, sin él, ninguna cifra se podría dividir por la mitad y tampoco se podría obtener su doble. Julius aceptó y averiguó que se había visto a 2 en un barrio marginal del Distrito de los Impares. El capo de aquel suburbio era Primo Euclides, descendiente directo de 3 (el primer número primo impar). Si alguien sabía dónde estaba 2, sería él. Como no había tiempo que perder se montaron en el viejo Ábaco de John Par rumbo a aquel suburbio donde los números primos hacían sus siniestras operaciones con nocturnidad y alevosía.

Primo aceptó darles información a los dos detectives a cambio de rebajar la pena de cárcel de uno de los números irracionales más famosos de todos los tiempos, el número Pi. Cuando los detectives aceptaron, les aseguró que 2 no había sido secuestrado ni estaba en peligro, para demostrarlo les enseñó una foto de su móvil donde se veía a 2 tomando cervezas con otros colegas radicales. 

La hipótesis de la huida voluntaria estaba confirmada, pero, ¿por qué 2 se había cambiado de distrito y de barrio al leer aquella nota? «Eres el único» esas tres palabras encerraban la respuesta, si conseguían averiguar su significado podían explicar el comportamiento irracional de 2. En la oscuridad de aquella húmeda y fría noche, en aquel denostado suburbio de los números primos, observaron mientras vigilaban, cómo 2 se comportaba exactamente igual que todos aquellos insolentes números. ¡Estaba claro, era uno de ellos!  ¡Cómo no se habían dado cuenta antes! 

Es una verdad ya demostrada. ¡2 es el único número primo y par de la Historia!

1 comentario:

  1. Que derroche de imaginación y que lección matemática has dado, enhorabuena María del Mar, es una genialidad. Deberían incluirlo en el libro de matemáticas de los niños de ESO, en serio!!! Me ha encantado leerte.
    Saludos

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