viernes, 22 de febrero de 2013

Un mundo nuevo, por Carmen Gómez Barceló.



Son las ocho de la mañana y tengo que sacar a Germán de esa realidad paralela que son los sueños. Viéndole dormido es imposible adivinar el terremoto en que se convierte una vez despierto. Es la primera vez en su vida que se separará de mí más de dos horas seguidas, la primera vez que se adentrará en un mundo totalmente desconocido para él y tengo miedo , yo tengo miedo, no él.

Mientras le preparo el desayuno, su pequeño rostro me cautiva a pesar de que me ha revuelto todo el salón, que  se ha convertido en un campo de batalla y como tal está sembrado de luchadores  entre los que se encuentran algunos de pié y otros tumbados. Por supuesto ha sido “Takán” quién ha vencido y será él quién le acompañe en este gran día. Takán es un monstruo de manos grandes y cara de muy cabreado que se ha convertido en su compañero desde que se lo trajeran los Reyes hace ya un año.

Una vez preparados Germán, Takán, y  yo,nos dirigimos a “Alí Baba”, que así se llama la guardería a la que le llevo. El camino se nos ha hecho demasiado corto y de pronto nos encontramos en la puerta. Llamo al timbre. Ha salido la señorita con la que hice los trámites pertinentes  para su matrícula, ha dicho “buenos días” y  rápidamente  se lo ha llevado. Pero…-No me ha dada tiempo a decir nada. Ahora recuerdo que me dijo que lo haríamos así porque sería menos traumático para Germán, pero  creo que no ha sido una buena idea. No puedo separarme de la puerta y sé que no voy a entrar, por lo que no me queda otra opción que la de mirarle a través de los cristales.

Germán va de la mano de la señorita y no llora. Ella le quita el abrigo y él se rodea a sí mismo con sus bracitos porque tiene frío. Alicia, que así se llama” la seño”, no se ha dado cuenta que Germán es muy friolero. Unos niños se le acercan e intentan quitarle su Takán.-Pero… ¿ Qué se habrán creído esos malcriados? Takán es intocable. Parece que los niños han desistido y le dejan en paz. Alicia se aleja y lo vuelve a dejar solo ante el peligro,él no sabe donde sentarse ni donde dejar su mochila.

Ahora se dirigen al patio y Germán les sigue, cómo si supiera que va a un sitio bueno pués no deja de sonrreir. Nunca lo hubiera pensado, está sonriendo aunque yo no esté a su lado. Los compañeros se han subido a un columpio giratorio que puede albergar a varios ocupantes, pero…no le dejan participar del juego, no lo puedo creer, a él le  encanta ese columpio, no tienen derecho a impedirle que suba, le harán llorar. Grito con todas mis fuerzas para que me oiga la señorita pero no me escucha, y no puedo abrir la puerta para cogerlo y llevármelo a casa que es donde Germán tiene su reinado, donde con sólo mirarme, sin hablar siquiera, encuentra solución a todos sus problemas. Es mi Rey. 

Germán no puede leer su nombre, es muy pequeño y tampoco sabe cómo ir al baño y no sé cómo se las va a apañar, aunque mejor será no pensar y marcharme.

Es la hora de recogerle por fin y por más que miro a la multitud de pequeños monstruos saliendo por la puerta, no consigo ver a mi Germán, no sale, se han marchado todos y él no sale. Me acerco a la puerta y allí está en brazos de ella, la dichosa señorita. Le veo tranquilo y me extraña. Le llamo para que salga, él me mira y se baja de sus brazos. Con calma, sereno viene hacia mí, me dice “hola” simplemente y me quedo de piedra. ¿Cómo no ha venido corriendo y llorando, pidiéndome por favor que nos vayamos a casa, a nuestra casa, pidiéndome que no le llevara más a aquél horrible lugar?. Era lo que esperaba, lo que hubiese sido normal, pero no, todo lo contrario, ha sido increíble. Germán quiere volver y  yo no lo entiendo. No puedo entender lo sencillo que le ha parecido cambiar toda la mañana su pequeño reinado por esa peligrosa guarida sin acordarse de mí siquiera. Desagradecido…

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