domingo, 29 de marzo de 2015

Partículas, por Juan Carlos García Reyes




“Sé que me lees.
Sé que sientes mi aliento
soplando a través del universo
acarreado por los vientos
rolado por las mareas
mecido por las melodías dulces
y los sonidos de espacio.”


Meyrin, Suiza
9 de agosto

Estimado Luis de Alcoz Gallardo:
 
Sé que le extrañará recibir esta carta. Sobre todo recibirla en este formato; en papel y escrita con pluma. Desde luego reconocerá que no es habitual, al menos en su tiempo. Lo normal sería haberla recibido en el dispositivo móvil, que lleva incorporados todos los últimos avances.

Permítame que a partir de este momento le tutee. Creo que puedo hacerlo en base a la confianza que tenemos, aunque aún no sepa quién soy. Por favor le pido, y ésta vez será la última que le hable de usted, que no mire el pie de firma. Muchas gracias.

Conforme vayas leyendo los párrafos algo se removerá en tu interior. Comenzarán a aflorar sentimientos contradictorios y vislumbrarás el verdadero significado de lo que tienes entre tus manos.

Es conocido por todos el enorme esfuerzo que estás realizando en tu ámbito de trabajo, la física. Eres una reconocida figura de la investigación a nivel mundial y de hecho, has conseguido un gran logro al ser el primer español en obtener una plaza en el CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear. Felicitaciones que te transmito en este estrenado puesto, pero animándote a que no desfallezcas, ya que lo que te espera es sin lugar a dudas lo mejor. Conseguirás lo que andas soñando desde pequeño. Ese anhelo que no has transmitido a nadie, ni siquiera a Paula, tu mujer. Debe seguir siendo así. Como tú mismo piensas, la gente te creería loco. Pero yo te digo que no eres un loco, sino un genio. De esos que da el Universo cada cierto tiempo.


Ahora, tal vez, hayas mirado extrañado estos folios pensando cómo he podido saber tu más recóndito secreto, si tú siempre has procurado no decírselo a nadie. Pues lo sé, al igual que otras muchas cosas que desconoces. No te preocupes, no soy un psicópata. Te puedes fiar de mí. Más que de ningún otro.
Te encomiendo fervientemente que no abandones tus estudios sobre el puente de Einstein-Rosen. Los famosos agujeros de gusano o de lombriz, como lo llamamos los españoles. Ahí reside la clave de todo lo que añoras. Revisa los estudios publicados por Stephen Hawking en 2014 sobre la radiación de Hawking. Pero sobre todo aprovecha el acelerador de partículas que existe en el nuevo lugar que trabajas. Recuerda que tu avance, lento pero seguro, hará cambiar el mundo y tus descubrimientos te harán ser recordado por todos como alguien más importante que Hawking y que el propio Einstein. Porque te lo anticipo ya: tu sueño, ese que te viene a la memoria en sueños, días tras día, se verá cumplido y realizado con éxito. 

Ahora, conociéndote como lo hago, mejor que a mí mismo, te estarás riendo abiertamente, aunque una parte de tu cerebro estará trabajando a mil por hora, pensando cómo puede un agujero de gusano, ser la puerta de entrada para una dimensión distinta del espacio-tiempo. El espacio es tan diminuto, milimétrico, que ningún cuerpo podría atravesarlo y viajar por esa nueva dimensión. Ahí es donde entra en juego Hawking, su radiación y el acelerador.

La clave, la resolución, te la dejo a ti, a tu endiablada sabiduría y sobre todo a tu capacidad de observación. Si yo, con mis medios he sido capaz de descifrarlo, tú lo conseguirás antes. Máximo cuando tienes ya sobre la mesa los elementos que has de conjugar en su perfecta medida, en toda su amplitud. Navega por los insondables mundos que se abren ante ti, a las oportunidades desechadas, a los arrugados folios que tiraste a la papelera descartando una idea utópica… pero cierta.

Permíteme que te de un consejo, uno sólo. Como tú, no soy dado a ofrecerlos, no por nada, sino porque no me considero quién. ¿Te suena? Ahí va: empieza a leer desde el principio tu cuaderno de anotaciones. Sí. El azul de tapa dura y cuadrículas que guardas en el último cajón de tu mesa de trabajo. Allí olvidado. Léelo como si no supieras nada sobre física, como si fueras un escritor que busca información para escribir una novela, ávido de conocimientos y sabiduría. Y conforme lo vayas haciendo, aplícale lo que te he hablado sobre Hawking y el acelerador. Lo demás fluirá por sí solo.

Y ahora tengo que despedirme. No me consideres un loco, por favor. Si lo hicieras te prometo que llegarás al mismo descubrimiento, pero muchos años más tarde. Tarde para todos. Para ti y para mí. Para nuestra familia. Sí, has leído bien. Nuestra familia. Porque debo decirte una cosa que no deberías tomarte a sorna: tú y yo somos uno mismo. Tú tienes 51 años y yo hoy cumplo 83, pero si haces lo que te digo, esta carta no tendrá que escribirse en el año 2047, porque habrás podido viajar en el tiempo con anterioridad y tal vez Paula siga entre nosotros.

Por favor reacciona y no te quedes con la mirada perdida en esta carta y disfruta de lo que el futuro nos reserva. Disfruta de Paula y los niños como hasta ahora no lo has hecho, porque ya puedes estar seguro que viajar en el tiempo es posible y tú lo lograrás antes que nadie en la historia. Disfruta y se feliz. Hazlo por ti… y también por mí.


Firmado, Luis de Alcoz Gallardo
9 de agosto de 2047

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