viernes, 6 de marzo de 2015

Alma de fuego, por Samuel Lara




Kasai Tamashino, alta, con un cabello largo, negro de rostro hermoso y sacerdotisa del templo Suzaku en el sur de Kioto. Al cumplir los cinco años, sus padres se percataron de que su hija poseía el don de ver en el fuego imágenes, al igual que su abuela.

Con quince años, quedó al cargo del templo dedicado al dios protector del sur de Kioto, Suzaku, un ser parecido a un Fénix bermellón. Pasaba los días estudiando, limpiando el templo y arrodillada frente al fuego preparada para lo que Suzaku le mostrara y otras veces quedaba con su amiga de Tokio Rei Hino, otra sacerdotisa con las mismas habilidades, para jugar a Go, un juego de mesa en el que la estrategia tiene un papel crucial.

Como cada final de mes, Kasai veía en el fuego cuatro sombras que cada vez se hacían más nítidas en su mente. Cuatro criaturas divinas, las mismas  figuras que estaban representadas en la entrada de los cuatro templos situados al norte, este, oeste y sur de Kioto. Esos cuatro seres eran ni más ni menos que los cuatro monstruos divinos de la mitología china, Byakko, Seiryu, Genbu y Suzaku. Los cuatro representan los puntos cardinales y los cuatro elementos, Suzaku es el fuego. Aunque fueran más claras, las imágenes no le daban sentido a lo que veía. Kasai salió al exterior para despejarse, pero mientras se apresuraba a ir hacia las escaleras del templo, un objeto extraño parecía caer del cielo, algo redondo, de color bermellón, un huevo que aterrizó en los brazos de Kasai. Al eclosionar pudo ver que nacía un pequeño Fénix de color exacto al del huevo.

Alrededor de ello aparecieron varios demonios Yaoguai, unas criaturas infernales con apariencia de hombre lobo con andares de simio que atacaban para obtener al pequeño recién nacido. Kasai intentaba proteger al fénix entrando al templo. Uno de ellos se dirigía hacia ella cuando apareció su abuelo, un hombre de estatura baja, vestido de monje, calvo y con una tira de papel con caracteres japoneses.

_Akurio Taisán! _gritó lanzando el papel hacia el Yaoguai que fue expulsado del templo _ veo que Suzaku te ha elegido como su sacerdotisa del fuego.
_¿De qué hablas abuelo? ¿esta criatura es Suzaku, dios del sur y el fuego? _dijo Kasai sorprendida.
_No hay tiempo que perder, esos malnacidos volverán pronto _decía el abuelo mientras sacaba un viejo amuleto con forma de pájaro de color rojo  _Coge esto mientras coges al fénix, la profecía está a punto de cumplirse, los cuatro monstruos divinos renacerán en brazos de sus madres humanas, las cuatro sacerdotisas.

Al coger el amuleto, Kasai fue tragada por las llamas del fuego del santuario haciendo que Suzaku creciera y la abrazara con sus alas. Su pelo se envolvió en el fuego y creó mechas de fuego acompañando a sus cabellos negros. En sus pies aparecieron tacones rojos y en su cuerpo un vestido rojo con pequeñas alas en su espalda.

_ El fuego que engulle la impureza, Cure Suzaku, doncella de las llamas.

En su mente apareció todo lo que necesitaba saber en ese momento, las llamas de sus ojos le permitían verlo. Los demonios consiguieron entrar, pero entonces Kasai lanzó con sus malos una bola gigante de fuego que abrasó a los demonios e hizo que huyeran asustados.

_El poder de Suzaku, Byakko, Genbu y Seiryu, nos librará de todos los males que acechan fuera, encuentra a las otras tres sacerdotisas y juntas lograreis grandes cosas.

Kasai no entendía las palabras de su abuelo, pero lo que había empezado, nadie podía detenerlo.

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