Kasai
Tamashino, alta, con un cabello largo, negro de rostro hermoso y sacerdotisa
del templo Suzaku en el sur de Kioto. Al cumplir los cinco años, sus padres se percataron
de que su hija poseía el don de ver en el fuego imágenes, al igual que su
abuela.
Con
quince años, quedó al cargo del templo dedicado al dios protector del sur de
Kioto, Suzaku, un ser parecido a un Fénix bermellón. Pasaba los días
estudiando, limpiando el templo y arrodillada frente al fuego preparada para lo
que Suzaku le mostrara y otras veces quedaba con su amiga de Tokio Rei Hino,
otra sacerdotisa con las mismas habilidades, para jugar a Go, un juego de mesa
en el que la estrategia tiene un papel crucial.
Como
cada final de mes, Kasai veía en el fuego cuatro sombras que cada vez se hacían
más nítidas en su mente. Cuatro criaturas divinas, las mismas figuras que estaban representadas en la
entrada de los cuatro templos situados al norte, este, oeste y sur de Kioto.
Esos cuatro seres eran ni más ni menos que los cuatro monstruos divinos de la
mitología china, Byakko, Seiryu, Genbu y Suzaku. Los cuatro representan los
puntos cardinales y los cuatro elementos, Suzaku es el fuego. Aunque fueran más
claras, las imágenes no le daban sentido a lo que veía. Kasai salió al exterior
para despejarse, pero mientras se apresuraba a ir hacia las escaleras del
templo, un objeto extraño parecía caer del cielo, algo redondo, de color
bermellón, un huevo que aterrizó en los brazos de Kasai. Al eclosionar pudo ver
que nacía un pequeño Fénix de color exacto al del huevo.
Alrededor
de ello aparecieron varios demonios Yaoguai, unas criaturas infernales con
apariencia de hombre lobo con andares de simio que atacaban para obtener al
pequeño recién nacido. Kasai intentaba proteger al fénix entrando al templo.
Uno de ellos se dirigía hacia ella cuando apareció su abuelo, un hombre de
estatura baja, vestido de monje, calvo y con una tira de papel con caracteres
japoneses.
_Akurio
Taisán! _gritó lanzando el papel hacia el Yaoguai que fue expulsado del templo
_ veo que Suzaku te ha elegido como su sacerdotisa del fuego.
_¿De
qué hablas abuelo? ¿esta criatura es Suzaku, dios del sur y el fuego? _dijo
Kasai sorprendida.
_No
hay tiempo que perder, esos malnacidos volverán pronto _decía el abuelo
mientras sacaba un viejo amuleto con forma de pájaro de color rojo _Coge esto mientras coges al fénix, la
profecía está a punto de cumplirse, los cuatro monstruos divinos renacerán en
brazos de sus madres humanas, las cuatro sacerdotisas.
Al
coger el amuleto, Kasai fue tragada por las llamas del fuego del santuario
haciendo que Suzaku creciera y la abrazara con sus alas. Su pelo se envolvió en
el fuego y creó mechas de fuego acompañando a sus cabellos negros. En sus pies
aparecieron tacones rojos y en su cuerpo un vestido rojo con pequeñas alas en
su espalda.
_ El
fuego que engulle la impureza, Cure Suzaku, doncella de las llamas.
En su
mente apareció todo lo que necesitaba saber en ese momento, las llamas de sus
ojos le permitían verlo. Los demonios consiguieron entrar, pero entonces Kasai
lanzó con sus malos una bola gigante de fuego que abrasó a los demonios e hizo
que huyeran asustados.
_El
poder de Suzaku, Byakko, Genbu y Seiryu, nos librará de todos los males que
acechan fuera, encuentra a las otras tres sacerdotisas y juntas lograreis
grandes cosas.
Kasai
no entendía las palabras de su abuelo, pero lo que había empezado, nadie podía
detenerlo.
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