jueves, 22 de octubre de 2015

Lobo sin garras, por Samuel Lara




Mientras observaba sus ojos fríos sin brillo, el detective Novak se preguntaba cómo podía 
alguien acabar con una vida de esa forma, no parecía humano. La luz de la luna llena 
alumbraba el parque más que las farolas y su reflejo en el charco de sangre hacía que la 
belleza se tornara en horror.

Novak era un hombre de estatura media, vestía trajes de color azul oscuro, tenía ojos del 
color de la mañana, un celeste frío y grisáceo, usaba zapatos negros y su pelo 
estaba siempre alborotado, por eso siempre se lo recortaba un poco para que no 
creciera demasiado.

_ Los arañazos parecen de animal, pero los hematomas presentan rasgos humanos y esa 
marca del brazo indica que fue quemado con algo, aunque parece más electricidad que 
fuego _dijo el forense mientras Novak miraba más de cerca  el cuerpo.

A lo lejos se pudo oír un aullido. Novak miró hacia donde procedía el sonido y se 
percató de un a silueta en la colina más alta, el aullido estaba dedicado a la luna. 
Un escalofrío recorrió el cuerpo del detective en ese instante.

Por la mañana, Novak se despertó empapado en sudor, algo le había asustado en 
sus frecuentes pesadillas. Al llegar a la comisaría, estudió el caso a fondo para 
distraerse. Sin embargo no había testigos, ni pruebas, ni siquiera sospechosos. 

Al levantar un segundo la  vista, Novak conoció a su nuevo compañero. Diecinueve años, 
prodigiosamente astuto y dotado de habilidades sorprendentes, se apuntó al cuerpo unos 
meses atrás y ya le habían concedido el cargo de Inspector, había sido el mejor de su promoción, 
de hecho se graduó antes que los demás, era de la estatura de Novak, sus ojos eran negros 
con pequeñas manchas rojas en las líneas del iris, producto de un gen recesivo de su familia. 
No solo era más joven, sino que su aspecto juvenil no hacía más que despertar rabia en Novak, 
" a su edad yo estaba estudiando criminología, casi le doblo la edad y es mi superior" pensaba 
continuamente desde que se le asignó la pasada semana. Chris Wild, el chico más competente
de todo el cuerpo.

Wild era difícil de tomar en serio, sin embargo sus actos decían todo lo contrario, no había 
nadie que fuera mejor en su trabajo qué él mismo, aunque Novak empezaba a tener 
una cualificación parecida, salvo en lo físico, un hombre de treinta y siete años como él no 
podría alcanzar esas habilidades.

No había nada en el caso que pudiera ayudar, en esos momentos Novak ansiaba la charla de 
Wild en la que averiguaba gran parte de las pistas que no habían descubierto aún. Novak se 
inclinaba detrás de Wild para escuchar lo que había averiguado.

-Está muerto, no hay duda, por lo demás estoy en blanco - decía mientras Novak le miraba de 
reojo y cerraba con fuerza su puño.

Al anochecer, Novak fue a la escena del crimen por si algo se le había pasado por alto. 
El ambiente era frío y húmedo, el silencio de la noche empezaba a ser extraño, no se oía nada. 
Novak se fijó en el suelo donde el cuerpo fue encontrado, se agachó y encontró una prueba, 
un cabello bastante más grueso, antes no estaba, por lo que Novak no le dio importancia. 
Detrás de él había alguien, aunque él no se percató de su presencia. Tenía la mirada vacía, 
sus ojos azules mostraban el fin de Novak, ¿sería ese el único caso que él no podría terminar? 
Colmillos, sangre y una postura abierta, parecía estar esperándole.

-Volvemos a encontrarnos Ichabod- le susurró al oído.

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