Cuando
encendí la luz del dormitorio y me miré en el espejo, un grandioso hematoma
lucia en mi ojo derecho.
El
sábado pasado desperté de un sobresalto que me hizo aterrizar en el suelo en
mitad de la noche. Lástima que el golazo que acaba de marcar fuera producto de
un sueño –me lamenté, mientras aliviaba el coscorrón que me había propinado con
la mesita de noche.
La
habitación estaba tan oscura que apenas podía distinguir nada. Retiré algo de
mi cara. Se trataba de la corbata. ¿Por qué estaba vestido todavía? Me
incorporé de inmediato al notar una superficie fibrosa bajo mis manos. ¿Cuándo
pusimos moqueta en el suelo del dormitorio? Recapitulé los hechos acontecidos
la noche anterior y no fui capaz de recordar nada. Nada, excepto que bebí
mucho. Chupitos de un riquísimo licor alemán. Llaguermeiter o algo así.
Sacudí
la cabeza para salir del aturdimiento. Entonces vi una brecha de luz; una
puerta entreabierta al otro lado de la habitación. Escuché agua correr. Quien
fuera estaba tomando una ducha. Palpé a mí alrededor y descubrí lo que parecía
la cama. La usé de apoyo para ponerme de pie y gateé por encima de ella hacia
el otro lado. Una cama interminable tamaño King Size. En la travesía, mis pies
se enredaron en las sabanas y caí de nuevo al suelo. Esa vez gruñí, al clavarme un zapato de tacón en el
ojo, lo cual confirmaba que me hallaba en compañía de una mujer.
En
fin, con el caos que reinaba en mi cabeza podría haber sido todavía peor, ¿no?
Un tío por ejemplo. Pero basta, no es momento de gastar hombría. Estoy casado y
si Marlene se enterara de esto, sin duda, acabaría con ella. A ver, piensa;
estrújate el coco –Me repito una y
otra vez- ¿En qué momento de la
noche llegaste y te echaste a dormir, sin ni siquiera quitarte la ropa?
Estar vestido es señal de no haber cometido
ninguna locura, ¿no? El tipo de locura que usa falda y tacones de aguja. A no
ser que ella decidiera tomar una ducha antes y me quedara dormido.
Señor…
¿Quién diantres está en la ducha? Estoy confuso y me restriego las manos por la
cara. No, no, no… Me levanto del suelo, camino a tientas con las manos delante
y aun así vuelvo a tropezar. Abro la puerta del baño, una nube de vapor
lo inunda todo. Estoy en una habitación de hotel y veo el cuerpo de una chica
desnuda a través de la mampara. Un cuerpo esbelto, delicioso. Se echa el pelo
hacia atrás y se escurre el exceso de agua. Asomo la cabeza justo cuando se da
la vuelta y…
- ¡Jesús! – exclama Marlene espantada-. ¡¿Qué
coño estás haciendo?! Y mira ese ojo… déjate ya de estupideces si no quieres
llegar tarde a la boda de tu hermana.
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