Hemos zarpado de Buenos Aires, rumbo de vuelta a casa,
pasamos frente a Montevideo e iremos arrumbando junto a la costa hasta alcanzar
la latitud del Cabo de Santo Agostinho, para un poco más adelante arribar a Recife,
capital del Estado de Pernambuco (Brasil). Nos acompaña un viento suave que
ronda los 10 km/h (5 nudos aproximadamente), no obstante cuando salgamos a mar
abierto cambiaran estas condiciones, aunque no mucho, según las predicciones
meteorológicas, al menos mientras continuemos en latitud sur.
De todas formas nada comparable con el temporal que
soportamos en el paso por Tierras del Fuego, en el Estrecho de Magallanes, con
vientos casi huracanados y olas de casi 8 metros de altura. El mar embraveció
de tal manera que la nave crujía como nunca. La perturbación de las aguas
causada por la violencia de los vientos, amenazaba con mandarnos al garete.
Pero afortunadamente lo superamos sin daños estructurales y nada hace prever que nos encontremos con
otra situación igual de aquí a casa.
Hago una pausa atraído por el aroma de una humeante y
caliente taza de café. Entre sorbos me abstraigo en la conversación telefónica
que ayer mantuve con Alicia, pues me dejó preocupado, la noté un tanto abatida,
sé que es difícil afrontar la educación de los niños, sobre todo cuando ya no
lo son tanto. Están en una edad muy difícil, en la que empiezan a querer
caminar y pensar por sí mismos, tomar sus propias decisiones; aunque nos
parezca que no cuentan con la experiencia suficiente. En conciencia creo que
hemos hecho nuestro trabajo y no hay que abatirse por eso; solo nos queda
seguir educándoles con el ejemplo y quererlos. Por más que a veces nos
empeñemos, no nos queda más que ayudarles a realizar sus sueños, que no
necesariamente han de ser los nuestros.
No hay que desanimar, pues todo esto hay que hacerlo sin
esperar nada a cambio. Cuando ellos alcancen nuestra situación y compartan
estas preocupaciones, solo entonces, si se sienten orgullosos como hijos y nos
dedican un te quiero, podemos sentirnos compensados y satisfechos por el
esfuerzo realizado. Cierto que sin esfuerzo y disciplina nada es posible, pero
debemos mostrar confianza en ellos y en sus posibilidades. Y sobre todo hemos
de tener en cuenta que no hay nada como despertar cada mañana con un beso. Es
algo que aprendes en la distancia.
Han pasado 6 días desde que zarpamos de Buenos Aires y
arribamos, tras arrumbar el Cabo de Santo Agostinho, a Recife. En la mañana
zarparemos de nuevo, rumbo a las Islas Canarias. Para combatir el tedio del
clima tropical de Recife, me dispuse a refrescarme con una limonada, mientras
observaba como ésta jugaba con los cubitos de hielo moviéndolos y haciendo
crujir dentro del vaso, al tiempo que diminutas burbujas afloraban hacia la
boca del mismo, divagué en la memoria, sobre la última conversación telefónica
con Alicia; la intuí a la defensiva, como si hubiera tenido algún reproche
hacia ella, nada más lejos de mi ánimo, cierto que a veces me siento tan triste
que ni siquiera palabra pronuncio; que es difícil demostrar como siento, como
soy, sintiéndote cerca pero teniéndote lejos; aunque quiero que sepas que son
tus ojos los auténticos faros que me guían en este inmenso y oscuro océano, que
cada noche me voy contigo de la mano, como si estuviéramos paseando al
atardecer en la tranquila y fina arena de
la playa, para así quedar dormido. Pero esto solo se decirlo con dos palabras;
te quiero.
Ya hemos cruzado el ecuador, por lo que navegamos en latitud
norte o positiva, mañana en la tarde avistaremos las Islas Canarias, más
concretamente con la Isla de Hierro, la primera con la que nos topamos. Es de
resaltar el cambio en las condiciones meteorológicas que se produjo ayer, nos
sacudió un tremendo ventarrón, que en momentos amenazó con convertirse en temporal.
La velocidad del viento superó los 50 km/h (unos 30 nudos), con olas de 5 metros
de altura, aunque todo pasó sin incidentes de importancia alguna, solo el
nuevo, Andrés, en una de las sacudidas se golpeó el brazo izquierdo y tuvo que
ser atendido, no pasando la situación a mayores. En estos momentos el viento ha
amainado y es moderado; hace 11 días que zarpamos de Buenos Aires, y nos
disponemos a arribar en Santa Cruz de Tenerife, ya vemos el final cerca pues en
menos de 2 días llegaremos a Cádiz final de trayecto, habrán transcurrido algo
más de 12 días desde Buenos Aires y algo más de un mes desde que iniciamos la
travesía desde el mismo Cádiz. En total han sido unas 14.000 millas, con una
navegación media de 400 millas diarias.
He podido percibir tus miedos, pero no temas, la naturaleza
en general como el océano en particular, se comporta hostil cuando se les
desafía. Ya te sueño, cara al mar y con el cabello al aire, esperando el
atraque, y ardo en deseos de acariciarlos con mis manos y poder abrazarte,
aunque en esos momentos hable el silencio.
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