Debo encontrar a cada uno
de los herederos del reino Ankoku no Hikari, perteneciente a un mundo en el que
la magia, es el elemento energético, no hay electricidad u otros medios. Sin
embargo sé que todavía ese reino no existe, cuando encuentre a la persona
indicada, comenzará una nueva era.
Han pasado varios años,
no hay manera de salir de aquí, al menos eso creo, sé muchas cosas pero mi
destino es un misterio que no se podrá resolver. El cadáver de Creador (así lo
llamé) es ahora un montón de huesos. Una luz empieza a iluminar las piedras de
un lugar de la pared seguido de un estruendo. Una figura me coge en sus manos.
En ese momento esa persona y yo conectamos nuestra magia, la torre desaparece y
veo su rostro. Ojos rojos, pupilas doradas e iris azules, pelo largo y negro,
labios blancos como la nieve. La chica vestía como un elfo, era una elfina
mística, una de las criaturas más asombrosas que existen.
Su nombre es Alphetega,
es la primera en ser reina de ese reino, aunque su viaje empezará ahora. En mi
tapa hay una marca de sangre negra, ahora recuerdo, ese tipo debió dibujarlo
mientras me creaba. Cada espiral corresponde a una clase de ser, Alpha, Beta y
Omega, las tres personalidades que pueden tener todos los seres, líder,
compañero y solitario aunque se le atribuye esta características a algunos
animales que viven en manada, como los lobos.
Cuando me abre es capaz
de escribir conjuros, hechizos, rituales e incluso sobre las criaturas que se
encuentra como brujos o demonios.
Durante siglos sirvo a
cada heredero del trono, pero el destino los escoge no yo. Yo solo soy un libro
muy antiguo con información propia, ajena y carente de la que pueda hacerme
daño o a quién sirvo.
Hoy ha nacido el ser que
obtendrá el poder de ir a cualquier mundo y que vivirá en uno ajeno a ella
hasta que cumpla cinco años. Hoy es treinta de enero de 1999, me encuentro en
un baúl en el sótano de una casa en la que viven dos familias, dos hermanos y
dos hermanas que se casaron y tuvieron una niña y un niño respectivamente cada
una de ellas.
Alguien abre la tapa, un
niño. Me toca con su mano izquierda y empiezo a brillar. Mi forma cambia de ser
un libro viejo a uno con bordes dorados y tapa rojiza. Encima de la marca, que
no cambia, se escribe en dorado la palabra Mahou en caracteres del idioma
original. En la última página en blanco se escribe el nombre del siguiente
heredero, Jake, aunque su apellido no aparece.
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