Andaba yo, perdida en la penumbra de la duda continua,
cuando hizo acto de presencia en mi vida, María. María era mi profesora de
dibujo y la persona más extravagante que había visto nunca. Al principio, la
manera tan extraña de recogerse el pelo, aleatoriamente, y su ropa, demasiado
informal para la época, me hicieron desconfiar.
El primer día de clase, nos pidió que dibujáramos un paisaje. Mis
compañeras y yo, hicimos la correspondiente casa de campo con montañas al fondo
y algún árbol suelto.
María nos miró extrañada.-¿Qué habéis hecho?- nos
dijo.
-Un paisaje- dijimos.
-Chicas, este no es vuestro paisaje. Tenéis enfrente,
la posibilidad de ser libres. Dibujad el mundo
como os dé la gana. Olvidad todo
lo que os han enseñado y empezad a pensar por vuestra cuenta.
La carcasa que protegía mis pensamientos se fue
deshaciendo en pedazos y ellos, empezaron a ir por libre. Me había hecho cargo de mí. Me solté de los hilos
invisibles que me ataban en una dirección y supe entonces que existían miles de
direcciones y que nunca más me aferraría a una sola. La libertad de pensamiento, trajo vivencias nuevas a
mi vida. Todo me interesaba y todo lo cuestionaba.
Muchas cosas no tenían explicación. Dios, no tenía
explicación.
De pronto me ví sin el abrigo de Dios, en la soledad
más absoluta. Ha sido una de las pérdidas mas importantes de mi
vida, porque bajo su techo, todo era fácil.
Desde entonces todos los días traen ALGO NUEVO QUE en
muchos casos desmienten lo que era cierto ayer. Sé que cuanto más crees que sabes, más sabes, que, en
realidad no sabes nada. Dios me dejó de querer, cuando le dije que ya no podía
verlo y que el amarse no es cuestión del espíritu. Sino de los niveles de
serotonina y oxitocina, que en ese
momento, esté corriendo por tu sangre.
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