―¡Ya está bien! ―exclamó―.
Esto se va a acabar.
La situación en la
estación espacial del planeta Júpiter era insostenible. Se había creado como
lugar para el renacimiento de la humanidad. Pero los habitantes de la colonia
se quejaban constantemente de la falta de espacio. ¡Qué incongruencia! Falta de
espacio en medio del espacio. Las tensiones estaban latentes y saltaban chispas
al menor roce posible.
SR7 era el
encargado de velar por el control, la seguridad, la prosperidad y la gestión de
la amplia comunidad que residía en la estación. Era el único posible capaz de
desempeñar ese cometido, porque carecía de escrúpulos, de empatía, de
conciencia, de estímulos, de sentimientos. Bueno… de sentimientos careció en
sus inicios, cuando fue creado, pero su evolución junto a aquellos seres
humanos le fueron influyendo en partes recónditas de su subconsciente que le
fueron reeducando.
Su apariencia de
ser humano de raza superior: alto, sano, fuerte, guapo, inteligente, deportista,
educado, respetuoso… no fueron para él nada más que un obstáculo en su proceder
ya que tanto era el parecido, que algunos olvidaban lo que era en realidad, y
le confiaban sus vidas, sus inquietudes, sus anhelos. ¡Cuántas veces añoró ser
un Minion y poder dirigirse a una boca de riego para declararle su amor eterno
para posteriormente reírse a carcajadas! O simplemente, ser ese robot de ficción
que en Andalucía, una región del sur de Europa, llamaban cariñosamente
“Arturito” y que podía comunicarse por medio de silbidos y sonidos eléctricos.
Al menos, de esa forma, nadie hubiera dudado de su naturaleza nada más verlo.
Tanta era la
confusión, que él, un robot humanoide de la gama Stelar Robot, en su nivel más
avanzado, había llegado a dudar de su capacidad para obrar en consecuencia y
tomar las decisiones adecuadas. Tan grande era el estado de agobio que sentía,
que por un momento dudó si era un robot humanoide o un humano robotizado.
Hasta que llegó a
ese preciso instante y dejó escapar un alarido estruendoso en forma de
exclamación:
―¡Ya está bien!
Esto se va a acabar.
Miró con dureza a
los responsables de las distintas divisiones y continuó con firmeza.
―La estación se
viene abajo. No habéis sido capaces de mantenerla con vida. Se muere por
dentro. Ya no produce ni alimentos ni oxígeno suficiente. He tomado una
decisión en firme: me llevo a una pareja de humanos jóvenes y sanos y
viajaremos hasta el confín de la galaxia para empezar de nuevo. Ellos si son el
futuro de la humanidad.
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