viernes, 6 de noviembre de 2015

Por favor, mi Estrella, por Carmen Gómez Barceló



Era noche cerrada. 

Paula, una joven periodista, último fichaje del semanal “Vidas” ya estaba en la calle. Bus era bastante terco a la hora de imponer su voluntad, y ella, fácil de convencer, Al fin y al cabo, era el único chico que seguía a su lado. Le pareció justo, dedicarle un poco de su tiempo, a cambio de la compañía, que el animal le concedía. 

De pronto, su mano dolorida, la separó de su amigo bruscamente.
-¡Adónde vas!- gritó, mientras le veía desaparecer por el callejón. 

La chica, empezó a  arrepentirse de haber salido Hacía demasiado frío y era tarde. Tendría que ir en busca de Bus, que  ahora, además de terco se había vuelto impulsivo y caprichoso.

Intentó ir deprisa,  la oscuridad amenazaba con hacerse absoluta. Dobló la callejuela, y a lo lejos, unas centelleantes luces azules, alumbraban una jauría de perros callejeros, que parecían luchar por una presa. Entre ellos pudo ver a Bus. Pensó en lo estúpido de implicarse uno, en un conflicto que ni te iba, ni te venía. Tuvo miedo, pero no podía marcharse y dejar allí a su engallado amigo.
Se acercó despacio, pero un agente de la policía, le cortó el paso.- No puede usted pasar, señorita- le dijo muy educadamente.

-Pero…mi perro está ahí. Quiero llevármelo. Es ese, el pequeño. El Bichón Maltés blanco.

Paula se alzó todo lo que pudo, elevándose por encima de los hombros del agente. La imagen, ante sus ojos, no podía ser más dantesca. Otro agente bregaba por separar la manada de canes de lo que parecía ser, un brazo ensangrentado saliendo de la tapa entreabierta de un contenedor de basura.  

-¡Bus! ¡Ven aquí, perro tonto!- vociferó entre un revoltijo de náuseas y terror. El animal, volvió entre gemidos y salpicado de sangre. 

Mientras analizaba el deplorable estado de su canecillo, oyó como los agentes hablaban entre ellos.- Echa un vistazo, Maldonado. A ver si es otro gordo.

El agente se apalancó sobre el pedal del contenedor, abrió un poco la tapadera, y asintió con la cabeza.- Exacto, otra bola de sebo. Debe rondar…los 140…Y la misma sangría. También se lo han quitado.

-Joder. Esto se pone feo. Vamos, llama al forense, Maldonado y no toques nada. Por cierto, ¿cuántos llevamos?

-Con éste, 4.

Paula, absorta en la conversación de los agentes, no se había percatado del temblor que sacudía su cuerpo. Estaba aterida. Apretó a Bus contra su hombro y se fue a casa.

Una vez allí, se dio una ducha, envolvió su escueto cuerpecillo en una bata azul y secó su cabello. Bus, una vez limpio y calentito, se acurrucó en su cesta, y se durmió. Paula, acomodada en la raída mecedora de su piso alquilado, fue sacando su alma de investigadora. Por eso se hizo periodista.

-4 asesinatos…todos de peso…la misma herida mortal…Muy interesante, pensó. Se fue a la cama y se abrazó a la almohada. De momento, no había nada mejor que abrazar.

 En la escena del crímen, el Dr. Téllez, ordenó el traslado del finado al anatómico forense. Allí realizó el informe acompañado de su ayudante.

-Hay bastantes coincidencias en todos estos casos, Dr. Téllez, el caviar y las ostras, se encuentran en el estómago de todos. Y les falta el mismo órgano.

-Les gustaba comer bien, eso está claro, muchacho. Tápalo y nos marchamos, es muy tarde. 

El reloj de la mesilla de Paula, decidió que era la hora  de llamarla. Eran las 4 de la mañana. Paula lo silenció de un manotazo y se dispuso a cumplir con el rito de cada día. Puso la tele. Esto le hacía sentirse acompañada mientras tomaba el primer café del día. El locutor enunció con energía, la primera  noticias de cabecera: “Un hombre de unos 50 años, ha aparecido muerto en un contenedor de la calle Antonio Machado, se cree que tiene relación con otros 3 cadáveres, encontrados en circunstancias similares. Casualmente, los investigadores, han encontrado entre los alimentos digeridos por todos ellos, dos en común, ostras y caviar y les falta parte del aparato digestivo. El caso sigue sin ser resuelto”.

Paula salió de casa camino a la redacción mientras pensaba en el caso que presenció por casualidad.- No puede ser tan difícil- pensó. 

Cuando llegó al trabajo, abrió el ordenador. En esta ciudad hay pocos restaurantes donde tengan en su carta, caviar y ostras, se dijo. Seguidamente, entró en el buscador  escudriñando  la lista de restaurantes caros del lugar y encontró sólo dos. Inmediatamente llamó por teléfono y preguntó si estuvieron abiertos la noche anterior. Sorpresa, sólo uno de ellos lo estuvo . Era El Almirez.

Tenía que ir allí. El Almirez era famoso por el estilo único de su cocina  selecta e innovadora, capitaneada por el Chef, Nícolas Tool. En su carta figuraba entre otras exquisiteces,“Ostras con caviar de Beluga”. Era muy probable que las víctimas, hubiesen cenado allí, dado la hora de la muerte.

Era muy temprano aún. Pensó en investigar un poco en El Almirez, pero eso, sería más tarde. Se centró en su trabajo de redactora, que en realidad era lo que le permitía pagar el alquiler, hasta la hora de comer. Después se dirigió  al sitio.

Una vez allí, preguntó al personal de sala sin aparentar mucho interés  si conocían algunas de las víctimas. Nadie sabía nada. Ni les habían  llamado la atención las orondas figuras de algunos comensales. El hermetismo era manifiesto.

Paula pasó del entusiasmo al desaliento. Comprendió el significado de la palabra “bipolar”. –Otra vez me ha podido la impulsividad. Joder, es que no aprendo-.

Paula dejó de pensar en los asesinatos y continuó con su vida. Algunos días más tarde, de nuevo el despertador cumplió con su cometido, se levantó, preparó café y puso la tele. Empezaron las noticias de cabecera a las que escuchaba rutinariamente. De pronto, oyó el nombre de Nícolas Tool y prestó atención al titular. -El restaurante El Almirez,  con su famoso chef, Nícolas Toll, eterno aspirante a una estrella Michelín. El reputado cocinero, que confesó recientemente que sueña año tras año con obtener la preciada distinción, piensa presentar un plato, que según él, romperá moldes. Algo, único en la cocina internacional. Se llama Espuma de Foie Sangrante. Se trata, según su autor,  de un paté elaborado con una materia prima secreta. Le deseamos toda la suerte y que se cumpla su sueño.- Paula, despertó súbitamente de la apatía mañanera y cogió el teléfono. – Oye, Suárez, perdona que te llame a estas horas, pero tengo una pregunta urgente para ti ya que trabajas en el anatómico forense y me vas a contestar por dos razones: Primero porque corres el riesgo de que le diga a tu adorada esposa que te acuestas conmigo cada vez que yo te dejo. Y segundo porque puede ser que descubramos al asesino de los gordos. A ver, escúchame bien, es sólo una corazonada ¿Qué misterioso órgano desaparece en los cuerpos encontrados?

-Vaya horita, Paula. El hígado. ¿Contenta?

-Muy contenta, gracias.

Seguidamente llamó a la policía.

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