Ha
llegado la hora, por fin puedo demostrar al mundo de lo que soy capaz. La
audición está tras esa puerta. El
espacio en el que me encuentro es una pequeña sala, pero que parece cada vez
más pequeña, el aire no me llega del todo. Ya está aquí de nuevo el miedo
escénico del cual no parece que pueda escapar. No puedo llegar hasta la puerta,
mis nervios son demasiado fuertes. Mi corazón palpita muy rápido, el pasado vuelve
a mi mente. Años y años de insultos, desprecio, soledad, amigas que juegan con
mis sentimientos. Corro hacia el servicio con lágrimas en los ojos. Hay quienes
dicen que los espejos revelan la verdad, pero también nos muestran lo que no
somos pero que querríamos serlo. En el espejo puedo ver a una chica que no es
nada, su miedo y cobardía son lo que más hace notar. Su cabello largo y rubio
no brilla, sino que la oscuridad lo envuelve. Ojos oscuros que me miran
fijamente, despreciándome también, queriendo cambiar. Pronto me doy cuenta de
que siempre he podido disfrutar de la música, pero nada más que estando sola,
sin nadie que me haga sentir vergüenza. De nuevo me dirijo a lo que decidirá si
tengo o no una carrera artística.
Antes
de entrar siento que me tiran del brazo y me vuelvo lentamente. Ahí está, el
único hombre que me ha hecho sentir sin miedo alguno. Me abraza y empieza a
animarme, su calidez me inhibe de mis pensamientos oscuros. Antes de soltarme
me besa. El tiempo se para, siento como mis miedos desaparecen y el brillo
vuelve a mi ser. Si quieren decir, que digan, no me importa, tengo amigos que
me apoyan y que sacan a mi verdadero yo, perversamente diferente, soy capaz de
todo. Mis sentidos se agudizan, solo estamos él y yo, finalmente yo.
Estoy
decidida, entro al escenario, en frente de mí hay tres personas. Son el jurado,
uno de ellos me mira como si no fuese como esperaba.
Es
hora de divertirse e intentar lo que todo artista debe tratar, hacer sonreír al
público, sean fans o no y por su puesto pasarselo bien. Empiezo a cantar la
canción que más se ajusta al momento “I'm Finally me”. Cada nota es un
cosquilleo y un destello que sale de mi cuerpo. Aunque el auditorio sea oscuro,
el destello es impenetrable por la oscuridad, los jueces sonríen y escriben
pero no me importa, mis miedo ya no están, soy libre, el pasado ya pasó y si
alguien tiene un problema con ello que se fastidie, al fin logré deshacerme de
esos fantasmas del pasado. Me siento cada vez mejor, la diversión no acaba y la
máscara que llevaba va desapareciendo, mostrando quien soy en realidad.
El
pelo vuelve a ser moreno y corto, mi cuerpo cambia y vuelvo a ser el chico que
siempre he sido. El jurado me mira sorprendido. Antes siempre me asustaba
cuando esto pasaba, pero ahora no me importa que vean mi verdadero rostro,
oscuridad y luz fundidos en uno.
Miro
hacia la puerta y ahí está, de nuevo y con los pulgares levantados y una amplia
sonrisa que me hace sonreír. Ahora toca que los jueces asimilen mi cambio,
espero que no esté mal visto cambiar de género en medio de una actuación.
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