miércoles, 23 de abril de 2014

Una horrible verdad, por Samuel Lara


No importa cuánto me esfuerce. Nunca seré como ella, tan bella, tan querida. Sin embargo nadie sabe las mentiras que esconde, la oscuridad de su luz, sus planes para ellos. No se dan cuenta de que yo soy la que les libera de esa pesadilla.

Cada día paseo por las calles del mundo para buscar a esas afortunadas personas a las que debo llevar a la luz que nadie salvo ellos pueden ver y sentir. Al fin he llegado. Ahí está el hombre que aparece en mi lista. Sus ojos están cerrados soportando un dolor espantoso, su cama está llena de sudor. Oigo su llamada y le tomo de la mano. Su expresión es feliz, no tiene miedo, me estaba esperando.

Siempre piensan que soy quien se lleva a sus seres queridos, pero solo contesto a sus llamadas. Ellos me llaman y yo les llevo cuando están preparados. Todos los que lloran me maldicen, me odian, me hacen llevar este manto negro. Antes era blanco y mis alas no eran negras, sino blancas. Soy un ángel aunque la gente crea que vengo de la oscuridad. Ellos me llevaron allí. Cuando un ángel es repudiado por los seres humanos acaba en la más negra oscuridad.

Nadie sabe lo que sufro cada día, cada muerte es dolor, yo soy la luz y ellos no conocen la verdad. Otros se crean la ilusión de que es otro ser el que se los lleva, pero no es cierto, soy yo, la mujer que viste solo de negro por ser odiada.

Yo no dicto las normas. No soy quien dice quién debe morir. Solo soy una puerta hacia la paz que pocos encuentran.

Cada persona que muere conoce la verdad, mi naturaleza es amable. Algunas almas siguen a mi lado, le quedan problemas por resolver, se han propuesto hacer que la gente me aprecie. La mayoría de la gente prefiere posponer la muerte de un alma encarcelada. No se dan cuenta de que solo prolongan el sufrimiento. Hay muchas almas de esas que no puedo liberar por culpa del egoísmo de sus parientes, aunque siempre hay alguien  de ellos que empieza a entender mi trabajo.

Existen otros seres, no son ángeles ni son demonios. Se les conoce como “Colectores”. Ellos se encargan de extraer el don, dones o brillo de un alma y hacer que crezca como la estrella que debe ser.
La muerte no es más que la liberación del alma de la mentira de mi compañera, aquella que solo fastidia a sus usuarios con cadenas.


El mito de la caverna se ha hecho realidad, y el bien es la muerte.

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