Era un día oscuro.
Lucas, un hombre con capa oscura, de 59 años y el pelo canoso resultaba ser un
asesino que estaba en libertad condicional. Además, estaba en espera para matar
a su próxima víctima: una joven pelirroja con ojos celestes a la que una vez le
pidió que se casase con él, pero ella se negó apartándole la mano bruscamente.
Ella estaba en su casa
regando pero él no lo sabía aún, así que
iba caminando por las calles buscándola, armado con un revólver y una navaja.
Caminando kilómetros y kilómetros, llevaba un walkie talkie que le iba diciendo
cada paso, movimiento o algo brusco que hacía la joven.
De pronto, detectó algo
raro. Había una segunda persona en la casa, que parecía su marido, por la forma
en que la saludó.
Él seguía detrás de la
ventana que daba al cuarto de la joven con un cuchillo de cocina bien afilado.
Se escondió detrás de los matojos. De pronto, escuchó a la joven decir que se iba por la tarde con unas amigas
a un centro comercial a comprar ropa y
que iba a tardar un poco.
Entonces cuando salió
de la casa, el asesino fue corriendo tras ella. Ella lo vio con el cuchillo, se
asustó, y empezó a correr a toda pastilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario