“¡Otra vez aquí! He
vuelto, he abierto los ojos y de nuevo estoy aquí. Ellos sonríen porque piensan
que me quedaré un tiempo más y será maravilloso, pero no, no será así. Aquí,
todo se ha convertido en sufrimiento y fealdad, tanto que no me compensa
quedarme. La oscuridad y las lágrimas me
acompañan cuando vengo y la música no suena. Siento manos que quieren retenerme
y yo no tengo fuerzas para soltarme de ellas. Ellos no saben que quiero irme a
pesar de todo, que estoy cansada, que quiero ser libre allí, donde voy cuando
me dejan dormir. Cada segundo en este cuarto es eterno, el dolor insoportable y
la tristeza infinita, pero cuando me voy, cuando impregnan mi sangre de delirio
y me voy, entonces soy feliz de nuevo.
Aquí el tiempo se me
hace eterno y allí, simplemente no está.
En aquel lugar el dolor
no existe porque el cuerpo no existe, solo viven los sentidos y es por eso que
percibes la agradable brisa que refresca el alma, adivinas la luz que todo lo
envuelve y no te ciega, sientes la magia de existir aunque no estés. Es la
felicidad en estado puro y nunca antes había estado así... solo sintiendo… sin
ataduras.
Por todo esto, doctor,
por favor, no me despiertes.”
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