Tanto Jake como su anfitrión, estaban nerviosos por lo que podían encontrar en aquel libro. La única manera de saberlo era abrir ese libro titulado: El libro de las Bestias, tomo 1
La biblioteca estaba en
ruinas, los libros que había cogido eran polvo, las ventanas eran más oscuras
que luminosas. Jake sabía que el libro que acababa de caer, era el que buscaba.
La muerte de su familia, la traición de su mejor amigo y su exilio eran
demasiado para él. Nueva Orleans, era un mundo distinto, un gobierno medio
soñado medio tirano. Pero su naturaleza le unía con ese hombre de edad
milenaria por alguna razón.
Al abrir el libro, su
corazón empezó a palpitar de forma acelerada. Era una especie de libro
familiar. Los nombres y fechas de nacimento, recorrían las páginas, dando
informacíon de parentescos entre sí. Hasta que llegó a la historia de la bestia
original, un hombre llamado Psycus. Repudiado por sus padres, odiado por el
marido de su hermana, Psycus escondió parte de sus dones en cuatro estatuas que
él había creado. Las transformó en bestias y las llamó, Bestias Arcanas, un
consejo que posteriormente ayudarían a la supervivencia de todas las especies.
Psycus era inmortal, pero nadie le vio desde que su hermana hiciera el hechizo
de los originales.
El libro estaba escrito en
una lengua desconocida, sin embargo Jake la reconoció, ya que, hace siete años,
él mismo recitó el sortilegio que despertó su naturaleza verdadera y la de sus
hermanos. En la última página de la historia, aparecía escrito que el propio
Psycus, para que nadie le encontrara y le diera caza, se transformó en un bebé,
al cuál llevarían sin él saberlo a las bestias arcanas actuales.
Ahora todo cobraba
sentido, Jake siempre pensó que era distinto a sus hermanos, siempre tenía la
sensación de haber vivido más de veinte años. Jake miró a Klaus, sus ojos, su
rostro y su carácter empezaban a serle familiares, de hecho eran familia,
Klaus, aunque no lo pareciera, era su sobrino. La memoria todavía estaba
borrada, pero Psycus seguía en su interior, algún día despertaría, pero ese día
llegaría en el momento oportuno.
_ En mis más de mil años no había visto unos libros
tan aburridos, ¿has encontrado algo gatito?_ preguntó Klaus relajado.
_ Yo que tú respetaría a
tus mayores_ dijo volviendo la vista al libro.
_ ¿Mis mayores?¿a qué te
refieres?
_ A que según este libro
tengo más años que tu madre, soy su hermano mayor.
_ Disculpa ¿qué?_ dijo
desconcertado como si estuvieran gastándole una broma.
Jake le entregó el libro y
efectivamente, Jake era el hermano mayor de Esther Mikaelson, la madre de
Klaus, Eliah y Rebeca, los mismos que le habían dado cobijo desde hace seis
meses.
La carretera esa más larga
con el silencio, ambos estaban callados, sin ninguna distracción, Klaus
conduciendo y Jake mirando al infinito, el trauma podía apreciarse en la
oscuridad de sus ojos rojos. Entonces el ruido de un camión les asustó, e hizo
que Klaus perdiera el control del coche unos segundos, pero por suerte no había
nadie en la carretera, el camión estaba en otra carretera cercana. Ambos se miraron y echaron a reír.
Finalmente en casa, Jake
les explicó a los demás lo que había descubierto. Empezó el mismo silencio,
aunque este se rompió antes por el sonido del timbre.
Jake fue a abrir, pero
cuando abrió la puerta, su mundo se paralizó, solo cuatro nombres pasaban por
su cabeza y una pregunta: Jack, George, Mike Michael, ¿Cómo es que están vivos?
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