viernes, 21 de diciembre de 2012

Criaturas del mal, por Carmen Gómez Barceló.



Se había prejubilado y ahora tendría todo el tiempo del mundo. Todo el tiempo del mundo significaba un horrible monstruo que acabaría con él. Despertarse todos los días en el mismo punto y hora sin nada que hacer no haría más que empeorar su situación y su enmarañada mente terminaría por devorarlo. Estaba seguro.
-Tengo que hacer algo, se dijo mientras miraba con desdén el almanaque que colgaba de una alcayata, dispuesta para este fin desde tiempo atrás.
-Me iré a Barcelona, me gusta el mar y los barcos- dijo Paco esa mañana.
-¿A Barcelona? Le preguntó Ana, su mujer- Tú estás perdiendo la cabeza, deja de decir tonterías.

Ana tenía una paciencia infinita, Paco era poco hablador pero los que le conocían bien sabían que su cabeza nunca descansaba. A veces se obligaba a distraerse haciendo interminables crucigramas para mantener la mente ocupada y así no volverse loco pues sus pensamientos le jugaban malas pasadas a él y a los que le rodeaban, sobre todo a su mujer, ya que Paco era un celoso de manual.

El miedo a ser engañado sobre todo por quienes más le importaban le había convertido en un ser atormentado  que  era incapaz de reconocer que lo que le hacía desconfiar de su mujer era fruto de su colosal imaginación. La tortura era constante  y creyó que yéndose al puerto de  Barcelona  perdiéndose entre mástiles y redes, dejaría de sufrir y permitiría vivir a los demás.

Mientras Paco intentaba colocar sus pertenencias en la antigua maleta, su hija Lucía que conocía profundamente a su padre se le acercó.-Vaya papá, qué desilusión, te rindes.
-Sí, me rindo y por eso me voy Lucía, lo siento pero si me quedo solo os traeré problemas. No sé como quitarme estos pensamientos de encima y ya os he hecho demasiado daño a las dos.
-Papá, ¿conoces la historia del guerrero de la luz que luchaba contra las criaturas del mal?, pues te quiero pedir un favor antes de que te vayas, creo que me lo merezco, quiero  que te conviertas en él, el paladín que defiende su reliquia luchando contra los monstruos que se la quieren arrebatar. Nosotras somos tu reliquia, porque sé que nos quieres muchísimo. Hazlo. Busca a esas criaturas malvadas que tanto daño te hacen.
-No sé cómo hacerlo hija.
-Vuelve al pasado. Piensa en algo que te haya molestado desde que eras pequeño. Ahí está el origen de todo. Busca donde están tus criaturas del mal.

Paco, cansado, se echó un rato antes de marcharse definitivamente  y se durmió. Se encontró de pronto en una cuna y su madre lloraba. ¿por qué llora? Se preguntó. El estaba feliz de haber llegado a esa casa . Era una habitación pequeña y oscura  pero eso no le impedía vislumbrar las caras de los que le miraban. Estaban tristes y  sus miradas se dividían entre los espacios de la cuna. Miró a su alrededor y a su lado estaban esparcidas algunas rosas. El olor dulce de las flores cortadas enmascaraba otro aroma extraño. Miró a la pared y vio enmarcado en un cuadro el retrato de otro niño rodeado de rosas que se le parecía. No hacía mucho tiempo  esa misma cuna había estado ocupada. Comprendió lo que sucedía cuando oyó decir a su madre  mirándole con tristeza-Es igualito a Paquito, por eso le llamaremos Paco. Era solo un trocito de persona  pero ya intuía que su vida consistiría en suplantar a su hermano muerto. Nunca se le consideraría único e irrepetible, solo la sombra de otro. Los besos de su madre no serían nunca solo para él.

Paco se despertó y comprendió enseguida quién era su monstruo particular, el que le había robado su vida y estaba destruyendo  todo lo que le pertenecía.

En silencio sacó las prendas que guardó en la maleta algunas horas antes, buscó a Lucía, su hija y le dio las gracias.-He encontrado al monstruo y lo he matado, le dijo- ahora sé que yo soy yo.  Empiezo a construir mis propios cimientos y me gustaría que os quedaseis  aquí para verlo.

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