Se había prejubilado y ahora tendría todo el tiempo del
mundo. Todo el tiempo del mundo significaba un horrible monstruo que acabaría
con él. Despertarse todos los días en el mismo punto y hora sin nada
que hacer no haría más que empeorar su situación y su enmarañada mente
terminaría por devorarlo. Estaba seguro.
-Tengo que hacer algo, se dijo mientras miraba con desdén el
almanaque que colgaba de una alcayata, dispuesta para este fin desde tiempo
atrás.
-Me iré a Barcelona, me gusta el mar y los barcos- dijo Paco
esa mañana.
-¿A Barcelona? Le preguntó Ana, su mujer- Tú estás perdiendo
la cabeza, deja de decir tonterías.
Ana tenía una paciencia infinita, Paco era poco hablador
pero los que le conocían bien sabían que su cabeza nunca descansaba. A veces se
obligaba a distraerse haciendo interminables crucigramas para mantener la mente
ocupada y así no volverse loco pues sus pensamientos le jugaban malas pasadas a
él y a los que le rodeaban, sobre todo a su mujer, ya que Paco era un celoso de
manual.
El miedo a ser
engañado sobre todo por quienes más le importaban le había convertido en un ser
atormentado que era incapaz de reconocer que lo que le hacía
desconfiar de su mujer era fruto de su colosal imaginación. La tortura era
constante y creyó que yéndose al puerto
de Barcelona perdiéndose entre mástiles y redes, dejaría de
sufrir y permitiría vivir a los demás.
Mientras Paco intentaba colocar sus pertenencias en la
antigua maleta, su hija Lucía que conocía profundamente a su padre se le
acercó.-Vaya papá, qué desilusión, te rindes.
-Sí, me rindo y por eso me voy Lucía, lo siento pero si me
quedo solo os traeré problemas. No sé como quitarme estos pensamientos de
encima y ya os he hecho demasiado daño a las dos.
-Papá, ¿conoces la historia del guerrero de la luz que
luchaba contra las criaturas del mal?, pues te quiero pedir un favor antes de
que te vayas, creo que me lo merezco, quiero que te conviertas en él, el paladín que
defiende su reliquia luchando contra los monstruos que se la quieren arrebatar.
Nosotras somos tu reliquia, porque sé que nos quieres muchísimo. Hazlo. Busca a
esas criaturas malvadas que tanto daño te hacen.
-No sé cómo hacerlo hija.
-Vuelve al pasado. Piensa en algo que te haya molestado
desde que eras pequeño. Ahí está el origen de todo. Busca donde están tus
criaturas del mal.
Paco, cansado, se echó un rato antes de marcharse
definitivamente y se durmió. Se encontró
de pronto en una cuna y su madre lloraba. ¿por qué llora? Se preguntó. El
estaba feliz de haber llegado a esa casa . Era una habitación pequeña y oscura pero eso no le impedía vislumbrar las caras de
los que le miraban. Estaban tristes y
sus miradas se dividían entre los espacios de la cuna. Miró a su
alrededor y a su lado estaban esparcidas algunas rosas. El olor dulce de las
flores cortadas enmascaraba otro aroma extraño. Miró a la pared y vio enmarcado
en un cuadro el retrato de otro niño rodeado de rosas que se le parecía. No
hacía mucho tiempo esa misma cuna había
estado ocupada. Comprendió lo que sucedía cuando oyó decir a su madre mirándole con tristeza-Es igualito a Paquito,
por eso le llamaremos Paco. Era solo un trocito de persona pero ya intuía que su vida consistiría en
suplantar a su hermano muerto. Nunca se le consideraría único e irrepetible,
solo la sombra de otro. Los besos de su madre no serían nunca solo para él.
Paco se despertó y comprendió enseguida quién era su
monstruo particular, el que le había robado su vida y estaba destruyendo todo lo que le pertenecía.
En silencio sacó las prendas que guardó en la maleta algunas
horas antes, buscó a Lucía, su hija y le dio las gracias.-He encontrado al
monstruo y lo he matado, le dijo- ahora sé que yo soy yo. Empiezo a construir mis propios cimientos y
me gustaría que os quedaseis aquí para
verlo.
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