viernes, 28 de diciembre de 2012

Lo que el dormitorio esconde, por Matilde López de Garayo.


Inma presumía que iba a ser una noche memorable, debido a la celebración de la despedida de soltera de Concha, pero se ha complicado levemente, por el incidente que ha ocasionado César, el futuro marido, cuando ha tenido la inteligente  ocurrencia de presentarse en el club “Boy´s Star”, y pillar a su próxima mujercita, no sólo morreándose con Anthony en el escenario, sino también en una postura un poco indecorosa.

Ahora ella, la madrina, se plantea si dejar correr la suerte, o intervenir, para que este acontecimiento, que no le da la más mínima importancia -pero conociendo a los novios...- no vaya a echar a perder la boda que se celebrará... Se mira el reloj, exactamente... Bueno aproximadamente, porque no es capaz de precisar nada, debido a las copas que lleva en el cuerpo, unas 35 horas, más o menos.

 Que conste que  si lo hace es por su querida Concha. Le ha aconsejado en repetidas ocasiones que  convivir antes del matrimonio, sería lo más inteligente, pero la novia es demasiado clásica.

La borrachera se le quitó de golpe, cuando se ha presentado el novio, a las tres de la mañana, lloriqueando, con un ataque de celos,   su orgullo de macho herido, y un ojo morado, producido por un puñetazo del que sólo estaba realizando su trabajo, eso sí, de una manera muy profesional.

No ha podido elegir a otra persona, ¡No!, ha tenido que ser, precisamente ella, y ha intentado que le dé la razón con respecto al espectáculo que ha organizado la cándida Concha. Inma sólo le ha facilitado una bolsa con hielo. Ahora él está descansando en el salón, más tranquilo, ella aprovecha y entra en el cuarto de baño, se desnuda, se pone un albornoz y empieza a lavarse la cara, nunca ha  soportado el maquillaje.

Se detiene a observarse en el espejo, y no le desagrada lo que ve, durante mucho tiempo no se conformaba con su físico,  pero ahora su aspecto de rasgos suaves, morenos y nada exuberantes, parece que le acompaña a esa personalidad franca y práctica que le caracteriza. Se puede afirmar que se encuentra en un momento donde tiene agarrada  la vida por los cuernos. Y se considera a sus cuarenta años una mujer con suerte.

En ese momento llaman al telefonillo.

-¿Quién puede ser a esta hora?, ¿Tu amante o el Boy? –Comenta César en plan sarcástico.

-Cuidado chico estás en mi casa, y no te permito tonterías.

-Perdona, es que no sabes como me encuentro...-Y esconde la cara, con bolsa de hielo incluida entre las manos.

-Me puedo hacer una vaga idea -¿No sé que le habrá visto Concha a este memo? Piensa, aunque reconoce que se quieren, a veces les observa, y siente una envidia sana por ellos  -¿Si? ¿Quién es? – Sólo escucha un llanto entrecortado- ¿Concha eres tú?

-Si ¡Ábreme por favor!

-Es muy tarde, y estoy borracha, mañana hablamos –Contesta lo primero que se le ha venido a la cabeza intentando que no se arme una pelea parecida a la del club, pero esta vez, ella, como una de las protagonistas. ¿Qué diría Concha si se encuentra a su novio en la casa?

-Por favor Inma...

-Bueno sube, pero sólo un rato- Le contesta  mientras que por señas le indica a César que pase al dormitorio.  Este se encierra en el cuarto, no si antes coger la botella de champán que Inma había tomado “prestada” del club para su uso y disfrute. Ya me las pagarás después, majo, piensa , mientras abre la puerta.

-¡Estás hecha un desastre!- Exclama, cuando, no ve a Concha, siempre perfectamente maquillada, sino a una muchacha de veinte tres años, totalmente desaliñada, con los ojos irritados, el rimel  corrido, y el lápiz de labios esparcido por la hinchada boca de tanto llorar- Pasa, ¡Siéntate! mientras hago un poco de café – Le dice esto mientras la abraza y le acaricia esa melena lacia, sedosa y rubia, que descansa en sus hombros, luego le deja y se dirige hacia la cocina que se encuentra incorporada al pequeño salón   ¿Dónde vas? –Chilla de golpe cuando ve como la chica se dirige al dormitorio.

-A retocarme un poco, me has dicho que estoy fatal...  –Contesta a punto de abrir el dormitorio, y volver a ponerse a llorar.

-¡No!,¡No!, Que está... – No sabe que excusa decirle -Que está todo el suelo levantado y las cosas por medio. ¿No te había dicho que estoy de obras?, ¿No hueles?- Se acuerda de su abuela que le daba muy buenos consejos como: “cuando tengas que decir una mentira, mientras más inverosímil  más creíble será.

-Pues, no, - Y se suena la nariz

-Toma -y le entrega un paquete de toallitas, señalándole el espejo de la entrada. Concha sumisa le obedece, como casi siempre.

Ya sentadas en el sofá, la joven empieza a justificarse, e Inma no le interrumpe, pensando que César le está oyendo, y así podrá, sino perdonarla ahora mismo, por lo menos considerar que no ha sido para tanto.

-Vamos niña no llores más, ¡Esas ojeras! No se te van a quitar ni pasado mañana, además, no le des tanta importancia, la despedida de soltera está para que una se “despendole” por última vez antes del matrimonio...

-Pero si yo no me descoqué.., ¡Bueno! ahora ni me acuerdo.

-¡Verás! Un poco sí, te estaba sobando el pecho cuando llegó César y...! Pero no llores mujer que no pasa nada –Y alza la voz para que el otro la escuche.

-OH! Inma, le he perdido, seguro que no me perdona nunca.

-Venga no seas boba, seguro que él tendrá algún secretillo, por ejemplo ¿Dónde se encuentra ahora?

-No lo sé no me coge el móvil- Y se dispone a llamarlo. Inma le quita el teléfono, no vaya a sonar en el dormitorio- ¿Qué haces, deja que se tranquilice un poco? Si quieres mañana hablo con él.

-¿Si por favor! Y la abraza con toda desesperación.-¿Inma?

¿-Qué?

-Todavía no te la has quitado

- ¿Qué?

-La diadema - Y entonces Inma se lleva la mano a la cabeza - No me acordaba que la llevaba puesta, se ríe y  acaricia con picardía el pequeño pene rosa  que adorna la corona.

-Por Dios, Inma no seas borde- Pero ese pequeño hecho ha echo florecer por primera vez la sonrisa a Concha. Ambas mujeres se miran con complicidad, y se contagian la risa. Concha empieza a olvidar que le trajo al apartamento, e Inma comienza a maquinar una estrategia para obligar al novio a que por lo menos escuche a la joven.

Después de una hora Concha se va a su casa.  Inma se dispone a actuar, se entreabre el albornoz y cuando abre la puerta del dormitorio, para su sorpresa se encuentra a César dormido encima de la cama, abrazando la botella vacía.

-¡Serás!, Más fácil me lo pones. Le zarandea varias veces, pero el otro ni se inmuta, entonces comienza a desnudarlo, no sin esfuerzo, y cuando lo tiene como Díos lo trajo al mundo, se tumba a su lado y le hace unas cuantas fotos aparentemente comprometidas. Se ducha rápidamente y se dirige a casa de su madre a pasar lo poco que queda de noche, no sin antes dejarle una nota al muchacho, ya en el taxis manda las fotos al móvil de César. 

Son las once de la mañana, cuando el chico llama por fin a la novia, pero primero quiere hablar con la pérfida Inma. 

- Hola cari, ¿Está Inma contigo?, -Si, pero..,- Le interrumpe César -Cariño, después hablamos.

-¿Si? - contesta Inma.

-¿Nadie te ha dicho que eres un poco retorcida?

-Alguna vez que otra. Sólo te pido que habléis, sino las fotos...Internet, tú sabes, en la oficina...

-No le harías eso a Concha , ¿No?– Responde con determinación

-No me pongas a prueba

- Eres una perturbada,

-Ya sabes “El fin justifica los medios?. ¿Vas a hablar con Concha?

-¿Es que siempre te sales con la tuya?.

-En ese momento Inma ve a Concha que le sonríe ingenuamente desde el fondo del salón poniendo esa carita de niña buena que tanto conoce, y que siempre le ha conmovido, contesta al novio -No siempre, pero si no haces las paces me habrás demostrado que no te mereces a mi hermana pequeña, ya sabes la predilección que siento por ella y haría todo lo que fuese por verla feliz. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario