Pero soy tu hijo, Omobono. Toda
mi infancia, mi adolescencia, han sido un camino de aprendizaje. Me he criado
entre cuerdas, arcos, volutas, cajas de
resonancias, mástiles y... y...
clavijas, de violines, violas,
violonchelos, arpas... Me he esforzado en aprender todo lo concerniente al
violín, incluso su origen. Fuera de Italia el laúd y aquí la lira bizantina o
el rabel.
He preferido tu compañía en este
taller, entre madera, tripas secas de animales y crines de caballos a aprender
otro oficio. Incluso, ¿Te acuerda el tiempo que le dedicaste a establecer unas
nuevas dimensiones al violín, un cuerpo más pequeño que le proporcionó un
sonido más poderoso? Pues yo estaba allí, a tu lado, Padre, ¿No te acuerdas ya?
Me enseñaste a elaborar
instrumentos más estrechos y delgados, convenciéndome de que así favorecía su
acústica y conseguiste un tono más
penetrante y mayores vibraciones...¡Todo este tiempo, contigo!
A lo largo de estos años aprendí
con indicaciones tuyas, a mejorar el arco, los espesores de la madera y la
construcción del mástil.
Incluso ¡Hizo tanto hincapié en
la búsqueda de la madera! Sólo adquiríamos la de los bosques de aquí. Te
acercabas un trozo al oído y decías -¡Éste! Y después te empeñabas en que ni mi
hermano Francesco ni yo, olvidásemos que el violín debía “madurar su madera”,
que había que usar el instrumento a menudo para que sonara mejor, que la madera
mientras más vieja, más curtida. Todo
eso me lo has enseñado tú ¡Padre!
Pero, llevo mucho tiempo
estudiando nuestros violines y los de los demás luthieres de Europa y el porqué
de nuestro éxito. He llegado a una conclusión. Aparte de las dimensiones y demás innovaciones implantadas en los
instrumentos, aparte de la concienzuda búsqueda de la madera, del proceso de
barnizado, de la cantidad de calor solar necesaria para distender la película y
acelerar el proceso de secado sin que dé lugar a que aparezca un craquelado,
aparte de todo esto, el motivo es otro. ¡Padre! ¿Verdad? La causa de la calidad de las piezas es la tintura que le
aplicamos. Si no ¿Por qué ese barniz más
coloreado? Debe ser un componente que utilizas y que le proporciona mejor
transpiración a la madera. Debe ser eso
¡No me cabe duda! El barniz es el que consigue que el sonido sea perfecto. ¡Perfecto!
Conozco todos los ingredientes menos uno y no doy con él. He hecho cientos de
combinaciones y no consigo el mismo esmalte...
Padre tienes ya noventa y dos
años. Hace tiempo que no te encierras en tu taller y estamos acabando las
últimas cantidades que nos quedan, las últimas que elaboraste tú ¿No crees que ya es hora de que nos
transmita a mi hermano y a mí el secreto
de la composición de esa laca? No te muera con ese secreto, Padre ¡Por favor!
No es sandáraca ni alcanfor ni
ámbar ni trementina ni aguardiente, ¿Cuál padre? ¿Cuál es?¿Si? ¿Qué me acerque?
¡No te escucho bien!
¡No te entiendo!
No padre, no es aceite de linaza.
Padre no te muera aún...¡Padre! ¡NO!
El 18 de diciembre de 1737 en Cremona (Italia), murió el
más celebre constructor de instrumentos de cuerda de la historia de la música:
Antonio Stradivarius, se llevó consigo el secreto de su barniz.
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