Ana no puede creer que haya escupido todo lo que le llenaba el
corazón. Lo ha expulsado como menos esperaba y en el momento menos indicado,
pero, por fin, se siente libre. La intención de Ana era consolar a su
amiga que acaba de enviudar. Llevaban tiempo sin verse porque últimamente habían
discutido varias veces. La causa de esas discusiones era que las actitudes de
Paloma desequilibraban la estabilidad de Ana.
Tumbada en el sofá de su casa con una infusión de
tila alpina, rememora una y otra vez la conversación en casa de su amiga
Paloma. Todo empezó cuando ésta le confesó que había sido una convalecencia muy
larga, por fin se había acabado todo.
-
Paloma, ¿Cómo puedes decir que deseabas que muriera
pronto?
-
¡Estaba en fase terminal! Iba a morir igualmente. ¿Por qué alargar su
agonía y la mía? - masculló Paloma.
-
¡Era tu marido! Hasta el último minuto no perdió la
esperanza,... ni la sonrisa.- exclamó demasiado alto Ana, no era lo que
pretendía.
-
¡La sonrisa! ¡Eso era lo más irritante! ¡Siempre sonriendo,
cuando yo tenía ganas de llorar y de gritar! Si, hasta cuando le diagnosticaron
la enfermedad, decía que dormíamos tres en la cama: él, el cáncer y yo.
Ana disimuladamente inspiró para serenarse, no
quería discutir, así que con voz calmada le dijo:
-
Tu marido siempre ha sido una persona alegre y
vital. ¿Por qué iba a cambiar con su
enfermedad? No entiendes que él pretendía que todo siguiera normal.
-
¿Normal? ¿Cómo va ser normal mi vida?
Paloma quería
que Ana la consolara por la situación que se le venía encima, no quería hablar
de lo maravilloso que era Adrián. Por
otro lado, Ana intentaba, por todos los medios, no enfrascarse en una disputa, manteniendo
a raya su creciente malestar, seguía
hablando de Adrián:
-
¿Tú crees que él quería morirse? ¡Adrián era un
enamorado de la vida!
-
¿Y de qué
sirve ahora?, si ya no está. De qué sirve toda esa alegría... Tengo un marido
muerto, tres niños y una hipoteca que pagar con un solo sueldo. ¡Qué mierda de
esperanza y normalidad es esa!
Ana cada vez se notaba más colorada la cara y el
corazón le latía más rápido, pero continuaba su particular forma de hablar como
si se dirigiera a una niña cabezota:
-
Paloma, ¿por qué siempre te quedas con lo negativo
de todo? Has vivido una vida feliz con él y durante su enfermedad solo quiso
que no sufrieras por él.
-
¡Pues que hubiera empezado el tratamiento antes! Pero
no, él nunca iba ¿para qué? Mira dónde está ahora, bajo tierra.
Paloma lo dijo de un modo despectivo, muy propio en
ella. Esta forma de hablar refiriéndose
a Adrián siempre sacaba de quicio
a Ana.
-
¡Paloma no te reconozco! ¡No tienes corazón!.... Has
tenido a tu lado un hombre maravilloso, alegre, inteligente, cariñoso....
A Ana comienza a temblarle los labios y asomar lágrimas
en sus ojos y Paloma se levanta y comienza a mirar su móvil.
-
¡Dios mío, Paloma! ¿Cómo puedes ser tan egoísta...?
-
¿Cómo?
-
Adrián se ha muerto y tú...
-
¿Y yo qué? Venga, dilo ya. – pregunta retándola.
-
¡Tú...tú nunca has valorado a Adrián!... Cualquier
mujer hubiera pagado por tener un hombre como él.
-
¿Cualquier mujer? Dime una.
Ana no puede más y comienza a llorar, el dolor de sus lágrimas le está desgarrando el alma.
-
¡Yo, hubiera pagado con mi alma!... Yo he amado a Adrián siempre. No
me explico cómo no tienes el alma rota por su pérdida. Yo quiero morirme solo
de pensar que no volveré a verlo nunca,
que no escucharé su risa, su voz grave,... sus manos... Tú sabes lo que yo hubiera
dado porque sus manos acariciaran mi cuerpo, porque sus ojos se hubieran posado
en mí, por haber sido suya,... Sólo piensas
en ti, eres una egoísta...
-
¿Egoísta? – le interrumpió Paloma - Soy su mujer y tengo todo el derecho a estar enfadada con él porque me ha dejado tirada...Ya sé que estabas
enamorada de él, pero, ¿sabes? Adrián era
muy exquisito y adoraba la belleza física y... ¡tú nunca la has conocido!-
Le grita en la cara a su amiga.
En ese momento Ana se levanta y grita con toda la
fuerza:
-
¡Paloma eres odiosa! ¡Eres despreciable! Mi dolor sí
es real, ¿te enteras?... ¡Ojalá te
hubieras muerto tú!
No hay comentarios:
Publicar un comentario