viernes, 7 de marzo de 2014

Microrrelatos, por María del Mar Quesada


La pequeña vida

Ella nació En esta tierra, en los dominios del Olvidado Rey Gudú. Aranmanoth era  un ser especial, una niña de diez años, con el cuerpo y la sabiduría de una mujer de 85.

Hace tiempo, se celebró una Fiesta al noreste en el País inhabitado. Allí se presentó Aranmanoth. Para mofarse de ella, Algunos muchachos le tendieron una emboscada y ella cayó en La trampa. Durante siglos estuvo expuesta, en el Pequeño Teatro de Los Abel. Hasta que la gran guerra estalló y todos Los hijos muertos la olvidaron. Escapó y, con la ropa hecha jirones y Solo un pie descalzo, regresó a su  Torre Vigía. Desde allí, observa como Los soldado lloran de noche y Las luciérnagas ya no alumbran El río.

(A Ana María Matute y sus novelas)

Tú, las batallas. Yo la guerra

El cáncer me matará, pero no será hoy.

Acabará con la materia de mi cuerpo, pero no destruirá mi esencia. Sus armas mortíferas asediarán todos los días mis defensas, pero yo aguantaré el asedio. Mi fuerza reside en mi yo inmaterial y ese no lo destruirá. Mis sueños están en marcha.

Quizás, no podré leer todos los libros, pero ya he sembrado la semilla de la lectura en mis hijos y estaré en cada libro que lean. Quizás, llegará el día que no tenga fuerzas para hacer el amor, pero entonces desnudaré lentamente a mí mujer con la mirada y le haré el amor con el calor y las caricias de mis manos. A mi madre no sufrirá, el Alzehimer ya se ha encargado de borrarme de su memoria.

Hoy no me derrotará mi enemigo. Hoy les he enseñado a  mi mujer y mis hijos (desde un globo) cómo los veré desde el cielo, con los ojos de Dios.

El cáncer ganará todas las batallas futuras.

Pero hoy, yo he ganado la guerra.


Mi huella ya está en sus corazones.



Clásicos modernos (en e-book)

-       Sancho, Sancho. ¡Los gigantes nos acechan otra vez!

-       ¿Dónde, mi señor?

-       A través de esa ventana mágica. La ventana que ha surgido por un encantamiento. Los gigantes se asoman todas las noches, algunos  llevan unas lentes en los ojos. Nos miran atentamente sin decir nada. ¡Aún no sé lo que pretenden, amigo Sancho!


Sin jugar

-       ¡Maldita tablet! Llevo un mes sin montar a caballo. Dijo el Playmobil granjero al Pin y Pon veterinario.

Casualidad

-       ¡Fran, mira la página web de esta tía! ¡Está buenísima y sale en bolas!

Fran mira la pantalla, cierra los ojos y apaga el ordenador. Su amigo en ese momento ve la foto de la tía buena con ropa, encima de la mesilla de Fran.


Valiente llorón

Dice la canción que es más valiente el que llora a cara descubierta, pues yo debo ser un héroe, aún no me he ahogado en mi llanto.

El curandero

Si eres la farmacia de mi corazón, abre las 24 horas o contrata a un mancebo que me atienda, por favor.



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