- - ¿Crees que volveremos a ver a papá otra vez?
- -No lo sé.
- -¿Sabes?, yo creo que cuando menos lo esperemos, él
vendrá.
Nerea miró el perfil infantil de
su hermano, solo unos años menor que ella. Su carita pálida, llena de pecas,
estaba iluminada por la luz de la luna. Estaban sentados en la hierba,
cerca de la casa. Eran más de las doce, y aunque corría un viento húmedo y
cargado de rocío, no sentían frío ninguno.
- -Mamá dice que en realidad viene a vernos siempre, y nos
da un beso de buenas noches. -Nerea miró a su hermano con el
ceño fruncido. -No deberías creer en esas cosas.-
- -¡Pero es verdad, ella dice que...!-
- -Ya basta.
- - Escucha, no tendría nada en contra de que fuera verdad,
yo también deseo volver a verlo, pero no fantaseo con una mentira.
El pequeño bajó la mirada y una
pequeña gota brilló con el reflejo de la luz mientras resbalaba por su mejilla.
- - Es que echo de menos a papá.
- - Según mamá un día volveremos a estar los cuatro juntos,
¿no?, ¿no te dijo eso? - Intentó animarlo siguiéndole la corriente.
Él asintió con su sonrisa de
niño, en sus ojos se veía la esperanza de que así fuera.
Braulio rezaba de rodillas, como
todas las noches. Con la mano de Raquel, su mujer, en el hombro.
- - Vamos, ven a la cama.
Puso la mano sobre la de ella y
suspiró. Antes de levantarse dio los besos de costumbre a las dos figuritas de
madera talladas que representaban a sus dos hijos.
- - Es culpa mía que no estén aquí.
- - No digas eso, no es culpa de nadie, Dios quiso
llevárselos.
- - Sí, pero no debí llevarlos conmigo a esa casa. De haber
sabido que ese niño con quien jugaban estaba enfermo, no habría dejado que se
acercasen a él.
Abrazó a la esposa y las lágrimas
silenciosas mojaron el hombro de Raquel. Ella sabía algo que no podía
decir.
Un mensajero le había traído la
noticia de que ellos regresarían en un único nacimiento en los próximos meses.
Solo debían ponerles sus nombres para reconocerlos en los nuevos rostros. Volverían a estar los cuatro
juntos. Aunque ella debía guardar el secreto, igual que había guardado para sí
las veces que pudo ver el fantasma del más pequeño de sus bebés vagar por la
casa y aprovechar para prometerle que volverían a estar con su padre.
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