La tarde era fría,
típicamente invernal, cielos despejados y baja temperatura. Una leve brisa
había causado sensación de helada durante todo el día. A esa hora la estancia
también estaba fresca a pesar de las dos estufas que la organización había
puesto a ambos lados de la misma. Una mesa de despacho con un sillón negro de
piel y respaldo alto, un sofá de tres plazas de suave tela gris perla, varias
sillas y una mesita auxiliar con botellas de agua, componen la antesala al
acto. Música new age suena de fondo y al otro lado de la puerta pequeña se escuchaba murmurar a los invitados que
habían llegado según se iba acercando la hora prevista. Faltan apenas cinco
minutos y están solos, por primera vez en el día.
- Dime cómo empieza mi
discurso. De repente se me ha olvidado, mira que lo he repasado- pide nervioso
Miguel- . Primero saludo a los asistentes y agradezco los esfuerzos de Tomás en
la edición de mi obra. Y luego empiezo diciendo ¿qué?. ¡Madre mía!- casi grita-
Por favor, recuérdame la primera palabra.
- "Tomé la decisión de escribir esta novela..."
Es muy sencillo- le dice Mercedes dulcemente- No se te va a olvidar. Seguro.
Recuerda: principio, tema de la obra, fuentes consultadas, posibles finales.....
- Eso es! me lo apunto en
rojo en los papeles. Me sé perfectamente el esquema que hemos planteado, pero
las primeras palabras no me venían a la cabeza. ¡Gracias cariño!
- Todo va a salir bien.
Ya verás. Ajústate la corbata y colócate bien la chaqueta. Ahí dentro todas las miradas serán para ti - comenta
Mercedes cerca de su oído, sacudiendo con una mano algunas pequeñísimas pelusas
del traje.
Miguel obedece a su mujer
y se retoca el flequillo reflejándose en los cristales del gran ventanal tras
la mesa. Se abre la puerta.
-¡El salón está repleto
Miguel! La megafonía y el proyector están preparados. Los medios están
colocados como acordamos. ¿Listo? - anuncia Tomás muy contento cerrando tras de
sí sin hacer ruido.
- Si. Vamos- responde
Miguel mirando a Mercedes que comienza a caminar delante de él.
Tomás abre de nuevo. La
mujer entra, se desplaza hacia la izquierda. Después, Miguel atraviesa la puerta
con decisión, la cabeza en alto y a grandes zancadas alcanza el atril. Un haz
de luz lo enfoca. Casi no ve, se ha hecho un silencio repentino, el ambiente es
más cálido que en la otra habitación. La gente sonríe y aplaude. Al disminuir
los aplausos, Miguel se dirige a ellos con su voz de locutor de radio.
- Buenas tardes a todas y
todos. Gracias por acompañarme en este momento tan importante de mi
vida........
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