Bastardo,
ese debería ser mi nombre, aún así es
Niklaus Mikaelson. Desde pequeño he sufrido el odio y la ira del que al
principio creía ser mi padre. Soy el fruto de una infidelidad de mi madre con
otro hombre, pero no uno cualquiera, un licántropo del que heredé ese maldito
gen.
Desde que era pequeño, Mikael me intentaba convertir en
alguien fuerte. Al menos eso creía, sin embargo era su odio el que actuaba,
patadas, palizas otras agresiones tanto
físicas como emocionales. Lo único que podía hacer mi infancia más amena eran
mi hermano Elijah, siempre sufriendo al verme apaleado pro nuestro propio padre
y mi hermana Rebekah, dulce y miedosa pero que me quería más de lo que nunca
pensé que alguien pudiera hacerlo. Los tres nos protegíamos, aunque el
sufrimiento siempre estaba presente. Cuando crecimos empezó la pesadilla.
Nuestra madre, una respetable y poderosa bruja hizo un hechizo para que
estuviéramos a salvo. Nos convirtió en vampiros, los primeros, los originales.
Aún no sabíamos que yo iba ser un hombre lobo, por lo que la primera persona a
la que asesiné como vampiro despertó la maldición.
Desde aquel entonces, Mikael me castigaba atándome a un cruz
de madera cual tortura y me flagelaba con un látigo una y otra y otra vez sin
que pudiera hacer más que gritar de dolor. Mientras mi hermano Elijah me
observaba con ganas de sacarme de allí, pero a saber lo que le haría Mikael.
Siempre le llamé padre, no por que era el único que conocía, sino por que el
daño que me hizo era el que solo un padre puede ocasionar a su hijo, el
rechazo.
Durante cientos de años, mis hermanos y yo viajábamos por todo
el país intentando escapar del cazador original. Supongo que se hartó de intentar
domarnos. En ese tiempo, me convertí en alguien detestable, asesinaba por
placer y hacía infeliz a mi hermana por miedo a que se fuera de mi lado y me
dejara solo. Muchos me llamaban monstruo, incluso el hombre que una vez crié
como mi hijo. Hasta yo he acabado aceptando ese nombre, excepto mis hermanos,
que aunque les he hecho tanto daño y aún así siguen considerándome su hermano.
Cuando creí que todo había acabado, mis padres que querían matarme a mí y todos
mis hermanos murieron al fin. Varios errores que cometimos hicieron que
resucitaran y fueran a matar a mi hija Hope y a todos nosotros. Nos llaman
monstruos, dicen que debemos morir y hacer que nuestra estirpe se extinga,
¿acaso no son ellos los que no han hecho esto?
No entiendo como una madre y un padre están dispuestos a
asesinar a sus cinco hijos por los errores del pasado. El dolor se acentúa con
el desprecio al principio de la madre de mi primogénita y la desconfianza de
mis hermanos en cuanto a lo que creen que haré con la sangre de mi propia hija.
Yo no soy el problema ahora, es en lo que me han convertido aquellos a los que
llamaba padres.
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