jueves, 10 de enero de 2013

La colección de besos, por Cristina Pérez Rodríguez.



Con cara serena y sentado en su butacón de piel marrón situado justo al lado del ventanal de la habitación, repasaba en su cabeza todos aquello momentos que compartió con la que hace tan solo 2 semanas había sido su mujer, su preciosa mujer.

Solo cuando llega el final de una historia, el ser humano se pregunta cómo empezó todo y qué hemos hecho para provocar que se termine. Mario encendió la llama de aquel amor, invitando a Marga a cenar una noche más de verano. Bastaron pocas horas, para que entre ambos, saltara la chispa del deseo,  y terminaran compartiendo copa de champan y pasionales besos.

Las armas de seducción de Mario, fueron calando poco a poco en el corazón bien entrenado de aquella mujer morena de curvas exuberantes. Para la próxima primavera floreciente, la parejita ya había dado un paso mayor de valentía, prometiéndose amor eterno.

Ahora, junto aquel ventanal, por donde los rayos de sol parecían iluminar una fotografía de ambos, Mario secaba sus lágrimas con la manga de la camisa. La camisa que Marga le regaló en Navidad y que él en su momento, rechistó por el color verde odioso de la tela.

Suena el teléfono.
-        Diga?
-        Mario…
Reconocida la voz de Marga, se reincorpora y se adecenta como si ella pudiera verle a través del auricular.
-        Sí, dime
-        Siento que tengamos que arreglar los problemas de nuestro matrimonio, que un día fue, de esta forma…pero no me lo pones fácil.
-        Es difícil ponerlo fácil, cuando aun tengo sentimientos hacia a ti…
-        Por favor, no sigas por ahí. Solo te llamaba para…bueno, es igual. Nos vemos el jueves Mario. Cuídate.
Con un helador cuídate, Marga se despide de Mario arrepentida por haber hecho aquella llamada, cuando de fondo se escucha la voz de un joven treintañero. Un guaperas que consiguió arrebatarle de sus brazos a la mujer que más que quería.
Terminada la conversación telefónica más fría y corta que recuerda jamás, vuelve a acomodarse para cerrar los ojos.

-        Soy coleccionista de canciones Marga. Me encanta la música y creo que soy una de las pocas personas a las cuales le encanta su trabajo.
-        Pues yo soy coleccionista de besos.
-        ¿Coleccionista de besos? Pero ¿qué tontería es esa Marga?
-        No es ninguna tontería…tengo guardado bajo llave todos los besos que me he dado en mi vida y cada uno de ellos son diferentes y cada uno de ellos tiene una cosa especial.
-        Buah! Como se nota que tienes demasiado tiempo libre cariño… A ver, dime uno de los besos que tengas guardados.
-        Déjalo Mario, no me lo preguntes para que me sienta mejor. Lo seguiré guardando en secreto. Cuando realmente quieras saberlo me lo preguntas.

No es el primero ni el último recuerdo que a Mario se le viene a la cabeza. Tiene mucho tiempo para pensar y aunque no quiera siempre vuelve ella a su mente para recordarle una vez más, que descuidó lo que debe ser cuidado todos los días a cada momento.

Aquella noche en la que juntos preparaban la cena, recuerda perfectamente como Marga sacó el tema de la colección de besos guardados, y que ella escondía en algún lugar. Reconoce ahora que no le prestó atención, ni siquiera dejó que se explicara y tampoco se interesó para saber de qué iba aquello.

Ahora ansiaba por saber qué era aquello de los besos, y sobre todo cuál era su colección personal. Sabía que después de  años de matrimonio, debía de tener alguno guardado en la que él y ella, juntos, fueran los protagonistas. Algún beso que ella considerara importante, especial, y por ello debía de ser guardado.
Lo que Mario no sabía de toda esta historia, es que su mujer, guardaba cada uno de los tipos de besos que entre ambos se daban en algún momento del día. Los había de todas las clases y de todos los gustos.
Marga los depositaba en un tarro de cristal que escondía en uno de los cajones de su cómoda. Eran simples papelitos amarillos con un nombre y una breve descripción de cada uno de ellos por detrás.

Después de años de matrimonio, Marga coleccionaba más de 30 tipos de besos en secreto a expensas de un día ser desenfrascados para compartirlos con la persona que había protagonizados la completa y absoluta totalidad de ellos.

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