miércoles, 23 de octubre de 2013

Fuerza de voluntad, por Matilde López de Garayo.


Margaret Michell consiguió el premio Pulitzer en el 1937, por su única novela,. También dejó claro que no volvería a escribir un libro. No le hizo falta. Obtuvo un éxito que ni ella misma pudo haber sospechado. En el 1940, llevada su historia al cine, alcanzaron la categoría de inmortales prácticamente todos sus personajes.

Quizás el libro no haya sido leído por tanta gente como visto la película pero, lectores o no, cinéfilos o no, personas mayores o jóvenes ¿Quién no reconoce la silueta de una mujer vestida con harapos, mirando al ocaso, aún más oscuro por los estragos de una guerra civil que dejó desolado a su país? ¿Quién no reconoce su postura erguida, orgullosa y desafiante con el brazo derecho alzado y en su mano un puñado de tierra, de su amada tierra, sentenciando las siguientes palabras?

 “A Dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!”

Me imagino que ya habréis adivinado de quien hablo - Escarlet O´Hara-  y el libro - Lo que el viento se llevó - Y os hagáis la siguiente pregunta: Con tantos personajes en la literatura, ¿Porqué precisamente he elegido esté?

Quizás porque representa a una mujer decidida, de gran fuerza, que lo demuestra a medida que los acontecimientos  se ceban sobre ella y su familia, donde la guerra, el hambre, el desamor no son capaces de mermar su gran tenacidad

En los tiempos que corren, donde todos los principios se tambalean, donde mentalmente me intento agarrar a algún tronco que posiblemente va a la derriba, donde la imagen del ser Supremo en el que creía desde hace tiempo, se encuentra deslucida, donde el enemigo se disfraza de dirigente, ese que está ahí porque supuestamente ama su país, pero lo único que ama es su bolsillo..,

En estos tiempos necesito pensar que existen personas como ella, héroes aún sin descubrir, con un espíritu de lucha que le empujen a ir en contra de las leyes de la sociedad, una persona valiente en todas sus actuaciones, sin vacilación, con una  visión anticipada en el tiempo, espontánea, con un carácter tan contradictorio, pero a la vez tan humano, cumpliendo siempre sus promesas. Necesito saber que hay personas que son capaces de controlar los impulsos, como los controlaba ella, sus conductas y dirigir los pasos hacia donde ellos quieran.

Al fin y al cabo necesito creer que dentro de mí   existe esa persona que es capaz de canalizar sus acciones hacia un objetivo concreto, sin desviarse, sin disipar sus verdaderas intenciones por causa banales, superfluas, sociales, o familiares, saber que aunque la vida se ponga en contra mía puedo alzar la mano y retarla, quisiera ser un poco ella.

Son las doce de la noche acabo de terminar de escribir este relato y no tengo ganas de analizar profundamente todo lo que he querido decir, sólo se que me encuentro en un maremagnum  de dudas, de incertidumbre y porque no decirlo de miedos. Dejaré mis problemas encima de  la mesilla de noche apagaré la luz y como decía Escarlet:


“Hoy estoy muy cansada para pensar, ya lo pensaré mañana. Después de todo mañana será otro día...” 

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