Margaret Michell consiguió el
premio Pulitzer en el 1937, por su única novela,. También dejó claro que no
volvería a escribir un libro. No le hizo falta. Obtuvo un éxito que ni ella
misma pudo haber sospechado. En el 1940, llevada su historia al cine,
alcanzaron la categoría de inmortales prácticamente todos sus personajes.
Quizás el libro no haya sido leído por tanta gente como
visto la película pero, lectores o no, cinéfilos o no, personas mayores o
jóvenes ¿Quién no reconoce la silueta de una mujer vestida con harapos, mirando
al ocaso, aún más oscuro por los estragos de una guerra civil que dejó desolado
a su país? ¿Quién no reconoce su postura erguida, orgullosa y desafiante con el
brazo derecho alzado y en su mano un puñado de tierra, de su amada tierra,
sentenciando las siguientes palabras?
“A Dios pongo por testigo que no podrán
derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar
hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar
o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!”
Me imagino que ya habréis
adivinado de quien hablo - Escarlet O´Hara-
y el libro - Lo que el viento se llevó - Y os hagáis la siguiente
pregunta: Con tantos personajes en la literatura, ¿Porqué precisamente he
elegido esté?
Quizás porque representa a una
mujer decidida, de gran fuerza, que lo demuestra a medida que los
acontecimientos se ceban sobre ella y su
familia, donde la guerra, el hambre, el desamor no son capaces de mermar su
gran tenacidad
En los tiempos que corren, donde
todos los principios se tambalean, donde mentalmente me intento agarrar a algún
tronco que posiblemente va a la derriba, donde la imagen del ser Supremo en el
que creía desde hace tiempo, se encuentra deslucida, donde el enemigo se
disfraza de dirigente, ese que está ahí porque supuestamente ama su país, pero
lo único que ama es su bolsillo..,
En estos tiempos necesito pensar
que existen personas como ella, héroes aún sin descubrir, con un espíritu de
lucha que le empujen a ir en contra de las leyes de la sociedad, una persona
valiente en todas sus actuaciones, sin vacilación, con una visión anticipada en el tiempo, espontánea,
con un carácter tan contradictorio, pero a la vez tan humano, cumpliendo siempre
sus promesas. Necesito saber que hay personas que son capaces de controlar los
impulsos, como los controlaba ella, sus conductas y dirigir los pasos hacia
donde ellos quieran.
Al fin y al cabo necesito creer
que dentro de mí existe esa persona que
es capaz de canalizar sus acciones hacia un objetivo concreto, sin desviarse,
sin disipar sus verdaderas intenciones por causa banales, superfluas, sociales,
o familiares, saber que aunque la vida se ponga en contra mía puedo alzar la
mano y retarla, quisiera ser un poco ella.
Son las doce de la noche acabo de
terminar de escribir este relato y no tengo ganas de analizar profundamente
todo lo que he querido decir, sólo se que me encuentro en un maremagnum de dudas, de incertidumbre y porque no
decirlo de miedos. Dejaré mis problemas encima de la mesilla de noche apagaré la luz y como
decía Escarlet:
“Hoy estoy muy cansada para
pensar, ya lo pensaré mañana. Después de todo mañana será otro día...”
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