Una pedalada
detrás de la otra al son de la música, buen ritmo, siguiendo las instrucciones
del monitor, es feliz. Deben ser las endorfinas, la glándula pituitaria está
haciendo bien su trabajo, a falta de sexo y chocolate, maldita dieta, no
le queda otra que recurrir al spinning
para dejar de sentir la ansiedad que últimamente le embarga demasiado a menudo.
Se compenetra
con la estática como hace tiempo que no le ocurre con un hombre. Sus piernas
duras trabajan y el corazón, su músculo más debilitado, se acelera.
Aunque el
ejercicio más duro es salir a la calle cada día con la sonrisa puesta. Ser la
chica que siempre tiene buen humor;
-Es imposible
que algo le vaya mal.... piensan al verla.
-Realmente ¿hay
algo que vaya bien? se pregunta ella.
Busca señales
que le orienten, esta tan perdida, mira el reloj: las 20:02 otra vez un
número capicúa, “alguien me manda un mensaje cifrado pero yo no lo capto, a ver
si es más claro.”
Hoy la mochila
pesa demasiado, parece que los pies se hayan pegado al suelo y como le angustia
la sensación de no avanzar.
-Alas necesito
unas alas es la única manera, batirlas fuerte y elevarme. ¿Cómo podría
conseguirlas? En los desfiles de Victoria´s
Secret las chicas las llevan ¿tendrán venta online?
No sabía cómo
pero había ido pasando por la vida como de puntillas la suerte le acompañó
hasta el día en el que aquel hombre se cruzó en su camino. Su nuevo jefe
un tipo de buen porte, hombros anchos, líder nato, inteligente, culto… No
podía creer que esa historia le hubiera ocurrido a ella.
Uno… dos… tres… arriba
vamos ¿hay alguien que no esté sudando todavía? El grito del monitor macizo le
devuelve al presente. Esfuerzo, sudor… casi al límite de sus pulsaciones el
corazón bombea a gran velocidad la sangre fresca que su cuerpo necesita.
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