martes, 15 de octubre de 2013

Lo que me gusta y lo que no me gusta, por José Manuel Rodríguez de Haro.

Me gusta levantarme cada mañana y empezar un nuevo día. Este nuevo día vendrá cargado de lo de siempre, pero siempre habrá algo novedoso que lo hará distinto, único, irrepetible. Será un día más, también un día menos. Por eso busco desesperadamente un beso que me llene, que me espante estos presagios funestos. Hoy es un día, de esos que, nublados, rompen la monotonía. Haré lo de siempre, en apariencia sin norte ni sentido, pero me irá llenando de nueva sabiduría y renovada madurez. Aprenderé a estar bien conmigo mismo y con los demás. Saborearé los momentos sublimes junto a mi querida mujer y mis queridos hijos. Todo adquirirá el sentido que el paso del tiempo imprime a nuestros actos. Y daré gracias a Dios por todo lo que me es dado disfrutar cada jornada.

No me gusta no saber reconocer el bien que se me prodiga a manos llenas, a esas personas tan especiales e insustituibles que acurrucan mi existencia. 

Me gusta leer, escribir, escuchar música, asistir a representaciones teatrales, jugar con videojuegos maravillosamente diseñados, comer una buena comida, mejor en compañía, tomar cerveza con o sin, tapear en Granada, aprender nuevos contenidos y destrezas, tener la casa limpia y ordenada, viajar a mi pueblo para ver a los míos, volver a Dos Hermanas para reencontrarme con mis hijos, hacer sentir a mi amada mujer que es única y sublime, dejarme la piel en todo lo que emprendo. 

No soporto la injusticia, el sufrimiento ajeno, la sinvergüencería, la deshonestidad.

Me encanta pasear, viajar, conocer nuevas culturas, empaparme del arte y de las costumbres de otros pueblos. Algunas experiencias he ido adquiriendo a lo largo de mi vida sobre otros países y formas de existencia. Me alegra saber que no somos el centro de nada, sino una parte de un todo complejo y fascinante.

Me apasiona la antigüedad grecolatina, sus monumenta de todo tipo, la historia, nuestra literatura, hablar sobre lo escrito por otros, leer la Eneida de Virgilio (también las Bucólicas), en su lengua latina original, saborear sus aliteraciones y sinestesias, su perfeccionismo métrico y su mensaje profundo y pagano-religioso. También me gusta ir metiendo, poco a poco, la cabeza en el griego ático platónico, el reto de su lengua, su bagaje filosófico.

No me gusta que todo el mundo no tenga lo necesario para llevar una vida como Dios manda. No me gusta que el desánimo nos haga empantanarnos en nuestra miseria y nos enfangue de desdicha e infelicidad. Me gusta espantar todos estos fantasmas con historias que hablan de miedos y de engendros, de exorcismos que exorcizan nuestros más ancestrales miedos, paleolíticos temores.

Me gusta escribir, aunque prefiero callar cuando no se me ocurren cosas interesantes que contar. Por eso paso largos períodos en silencio. Cuando, por fin, abro la boca, salen poemas y relatos que no me parecen mal -algunos incluso me resultan dignos-. Me está gustando el taller de Sara Coca, la gente que lo integra. Me gusta que haya gente que comparte mis mismos gustos y pasiones.

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