miércoles, 27 de noviembre de 2013

Acción de pillados, por Samuel Lara


En la familia Johnson, existía la felicidad y el amor mutuo,  al menos eso creían, pues lo cierto es que cada uno de ellos tenía algo escondido. La familia la formaban: la abuela, una mujer bondadosa, con un corazón tan grande como el egoísmo de sus hijos. Su hija mayor, Mia, la menos corrupta de los cuatro hermanos, trabaja en una empresa de Suecia, como directora de marketing. El hijo mediano Tracy, un hombre con grandes aspiraciones, pero que llevaba estancado en un puesto de camarero en un restaurante chino. La hija mediana, gemela de Tracy, Holly, sin empleo, mantenida por su madre, que se vio obligada a acoger a su yerno que estaba siempre ebrio y a su nieta de catorce años, una niña malcriada a costa del dinero de su abuela. Y el hijo menor, Klaus, un hombre capaz de vender a su madre por un poco de cualquier sustancia que pueda fumarse.

El día de Acción de Gracias, toda la familia se reunió para cenar el famoso pavo que cocinaba la abuela. Ese día, la abuela conoció a su nuevo nieto, Markus, hijo de Mia, la ahora madre soltera, un niño tierno de seis años al que le encantaba su nueva abuela. Ambos estaban en la cocina. Mientras la abuela rellenaba el pavo con múltiples rellenos, Markus le ayudaba poniendo la mesa mientras su otra nieta criticaba la antigüedad de la casa e insultaba el trabajo de la asistenta.

Una vez en la mesa, todos lucían la misma sonrisa obligada en la que cada uno de los hermanos veía falsedad, excepto la abuela, que estaba feliz después de siete años sin ver a sus hijos. Mientras rezaban, los cuatro se miraban con odio, como si estuvieran en una competición para ser el favorito de la abuela, aunque no por amor sino por avaricia.

Empezaron a partir el pavo mientras, la abuela, recordaba cómo eran sus hijos antes de hacerse mayores, unos niños dulces y fuertes capaces de superar una muerte como la de su padre sin llorar a solas. En la mesa, el silencio era el protagonista. Markus cogió el móvil de su tío, el marido de Holly, sin que se diera cuenta para jugar a uno de los videojuegos que tanto le gustaban. Como no sabía cómo funcionaba, pulsó botones al azar y entonces encontró una foto en la que besaba a otra mujer, Mia, la madre del pequeño Markus. Este le preguntó a su madre el por qué besaba a su tío en una foto, entonces Holly se levantó y le pegó un puñetazo a su marido, este dijo que fue hace seis años y que lo olvidara. Entonces se descubrió que él era el padre de Markus.

Mia se intentó escabullir, pero Holly hizo que volviera tirándole de los pelos. Tracy aprovechó para ir al cuarto de su madre a robarle joyas para empeñarlas y pagar sus deudas, Lorena, la hija de Holly le pilló en el acto y bajo a gritando que su tío estaba robándole a la abuela, a lo que Klaus se preguntó a sí mismo en voz alta:

-¿De dónde saco ahora la pasta para el crack?

A lo que la abuela les miró a todos con una expresión en la que podía verse que algo iba a explotar.

-Supongo que es mal momento para hablar de la herencia_ dijo sin querer Holly, antes de reconocer que no iba a ver nada de herencia.


Todos salieron corriendo asustados hacia sus coches, la abuela también escondía algo: una escobeta cargada.

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