martes, 30 de octubre de 2012

Una decisión drástica, por Matilde López de Garayo.


-¿Y como se lo ha tomado ella?- Pregunta la madre a través del auricular.

-Me da igual, mientras que esté bajo este techo hará lo que yo diga- Le responde el padre, y da por terminada la conversación con su mujer. Esta ha tenido que ausentarse por razones familiares. Cuelga el teléfono y alzando la voz continúa -¿Qué te crees?-Chilla hacia la habitación donde se encuentra su hija- ¿Qué  porque tengas 23 años puedes hacer lo que quieras?. En esta casa existen unas reglas que hay que cumplir.

Mientras, la hija  da paseos nerviosa alrededor de las dos camas de su dormitorio. Ana, su hermana, intenta tranquilizarla. La situación ha llegado a tal extremo, que Julia presiente que esta noche va a ser decisiva para su vida.

-¡Ana!- Y distrae a su hermana que está estudiando, bueno intentándolo -¡Se ha pasado!, ¡Esta noche se ha pasado!. No sé que pretende, pero estoy harta. Voy a la Universidad. Saco la carrera, que por cierto no me gusta, ¡la eligió é! y encima doy clases particulares para pagar todos mis gastos.

-Es una manera de tenernos controladas, en cuanto me case dentro de dos meses desaparezco.- Responde la hermana, sin interrumpir el problema que está resolviendo- De todas formas tranquilizate, no vayas a hacer algo de lo que después te arrepientas -Ana es más pragmática que su hermana, ha optado por esperar y hacer las cosas correctamente, Julia es más rebelde, ¡Bueno!, Lleva la rebeldía en su persona, pero aún no ha dicho ¡Basta ya!.

-¡Ana!, ¡Papá me ha dado una bofetada antes de poder explicarme!, Se puede ser más cerrado, ¡estamos en el siglo XXI!, ¡Tengo 23 años..!- En ese momento se queda callada, ha escuchado un comentario jocoso de su padre.

-¡La niñata!. Ésta, se cree que puede venir a las 01:00 de la mañana- Lo dice como para él, pero su intención es que su hija le escuche -Lo que tienes que hacer es estudiar más, que ya has repetido varios cursos. Sois unas egoístas, las dos,  no os dais cuenta que no paro de trabajar para pagar vuestros caprichos. Pues te lo repito, si quieres vivir tu vida, “¡Ancha es Castilla!"-Y pega un puñetazo en la mesa.

Julia respira dos veces profundamente y abre con suavidad la puerta. Ana se da cuenta que hoy no es como otros días, su hermana está cambiada. Piensa si el retraso tendrá algo que ver con su reacción. Otras veces se ha comportado de una manera más impulsiva, más visceral, entrando en la provocación de su padre. Esta  noche, no.

-Papá ¡a ver!, No me puedes tratar con una niña. He pagado la matrícula este año, además de mis gastos. Si soy adulta para unas cosas también para otras..,

Le interrumpe el padre, sin apartar los ojos de la televisión.

-¡Déjate de tonterías y ponte a estudiar!, Que es lo que tienes que hacer.

Julia baja la cabeza pero no es un gesto de resignación, más bien de decisión y le contesta interponiéndose entre él y la pantalla -Papá, a partir de ahora no me vuelves a tratar como una niña..,

Deja a su padre chillando y  entra en su dormitorio. Abre el armario y saca una pequeña mochila. Ana le dice tranquilamente-¿qué haces Julia?, No hagas una tontería –Pero está convencida de que su hermana ha tomado una decisión, la conoce bien. Y se vuelve hacia ella. Hasta ahora no había  levantado   la cabeza de los libros. Ve como Julia mete lo imprescindible en la bolsa y deja vacía la caja de sus ahorros. Julia le da un beso y ella le responde con una sonrisa a modo de despedida y un apretón en el brazo, como deseándole suerte- Nos vemos hermana, ¡Llamame cuando puedas!

-Así lo haré, no te preocupes, llevaba tiempo pensándolo.

Julia recuerda cual ha sido el motivo de su retraso. El desencadenante de esta rebeldía que hasta  hoy sólo le había producido un estado continuo de apatía y frustración.

Ve a su amigo cerrando los seguros de las puertas. Como la insinuación pasa a ser más agresiva, debido a las copas que ha tomado. Sólo cuando se le saltan las lágrimas a Julia se da cuenta de lo que ha estado a punto de hacer. Abre los seguros del coche y con las manos en la cara le pide perdón. Julia sale del coche y empieza a correr hacia su casa, está en el otro extremo de la ciudad. No es capaz de desbloquear el móvil y no lleva dinero suficiente para un taxi. Cuando ha llegado a su casa exhausta, su padre le ha dado un empujón para que entre.

El recuerdo de esos momentos, Y la reacción intolerante de su padre, hace que se le llenen de lágrimas los ojos. Sale de su cuarto y se dirige al salón donde su padre divaga sobre la educación de los hijos.

Julia mira  a los ojos de su padre, y le mantiene la mirada durante segundos. No es una mirada retadora, sino de determinación. Siente rabia,  mucha rabia contenida, pero no la manifiesta, esta vez no  y con tristeza,  le responde:

-Lo has  dicho tú. , ¡Bajo este  techo..,! A partir de ahora buscaré el mío.

Son las dos y media de la mañana, y está paseando, despacio, consciente de lo que ha hecho. Recuerda su vida, llena de agresiones encubiertas, Verse debajo del que creía que era su amigo, a punto de ser violada  ha sido la espoleta, la causa que ha despertado un remolino de emociones que le ha hecho rebelarse contra su padre, contra la indiferencia de su madre que nunca la ha protegido.

Ahora caminando encuentra tranquilidad en la noche. Está serena, con mucha incertidumbre, pero  haciendo planes de futuro. Ha tomado una decisión y no hay vuelta atrás. No sabe que le deparará el mañana. Entra en una pensión.

Unos meses más tarde, los acontecimientos le demuestran, que aunque el comienzo ha sido difícil, y que aún le queda mucho por delante, ha merecido la pena. 

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