Su madre le cortó el pelo nada
más hacer la primera comunión. Decía que era para sanearlo.
No le dejó una melenita, ¡No!, Le
cortó el pelo al estilo “garçon”.
Cuando se acostaba, Blanca se acordaba de su melena
castaña, fina y suave. Se le saltaban las lágrimas cada vez que se llevaba las
manos a la cabeza y se tocaba el pelo.
Por las mañanas, lo primero que
hacía era subirse al banquito para verse en el espejo e intentaba atarse una
goma a la inexistente coleta.
-¿Qué te pasa Blanca, otra vez el pelo? –Le
decía su madre cuando salía con mal humor del cuarto de baño- ¡Mira que te ha
dado fuerte esta vez!.-Y le acariciaba la cabeza, cosa que le exasperaba más.
Blanca le respondía con una mirada de odio infantil.
¿Es qué acaso los mayores no se
daban cuenta que aunque no hubiera comenzado a desarrollarse, como alguna
compañera de su clase, qué aunque no se le notara para nada el pecho, (esto
último lo pensaba con toda la tristeza de su corazón), ¡NO- era- ya – una - niña!
Cuando creía que nadie la veía se colaba en la habitación de sus
padres y sigilosamente, abría un cajón de la cómoda. Sacaba de un sobre color
azul, su cabello envuelto en papel de seda. Su madre le había encargado a un peluquero
que le hiciera una especie de postizo.
Blanca se colocaba su pelo con
unas horquillas que ahora no le servían de nada, se vestía con un chal a modo de falda, se calzaba los
zapatos de tacón de su madre, y soñaba. , Esos sueños que tienen las niñas de
nueve años ¡Con pelo largo!
Llegaron las vacaciones y se
fueron a la playa. Blanca miraba por la ventanilla, taciturna pensando en la
vergüenza que iba a pasar cuando llegaran al hotel. No sólo no iba hacer
amigas, sino que seguro que le buscaban un mote. Creía estar viendo a las niñas
murmurando a su espalda: ¡pelona!, Y sus risitas, -¿Qué es un chico o una
chica?
-¡Blanca!, Por Dios, ¿Otra vez
llorando?, ¡Qué el pelo crece!, ¡En qué hora se me ocurrió cortarte el
pelo...!-La madre miraba a su esposo y exclamaba- ¡Qué lleva casi dos meses así!
-Ya se le pasará, además, para mí
es la princesa más bonita del mundo- Y miraba por el retrovisor para ver si
animaba a su hija. Ella ni se dignaba a mirarle, ¡Princesa, ni princesa!, ¡Vaya
asco de vida!.Lo veía todo negro, muy negro, y se aplastaba contra el asiento,
cruzándose de brazos. ¡Quería ser invisible!
Llegaron al complejo turístico, y
allí aumentó su agobio, cuando empezaron a llegar las familias: padre, madre, e
hijas con sus melenas largas, lisas y brillantes, ¡Vamos de anuncio!, incluso
una de ella, al pasar por su lado le dio con los pelos en la cara- Lo ha hecho
aposta- pensó Blanca, tocándose su cabeza con cierta vergüenza
Padres, hijas... e hijos. Porque
justo en la mesa de al lado del comedor, estaba sentada una familia de seis miembros,
los mayores y sus cuatro vástagos, cuatro mozos que rondaban desde los 11, a
los 20, ¡Lo qué faltaba!, Ahora si que empezaría las burlas..,¡Chicos!
Pero no fue como esperaba.
Los padres de las dos familias
congeniaron enseguida. Más aún, la familia vecina la adoptó temporalmente como
la hija que nunca habían podido tener. La hija y la hermana. Todos se
encariñaron de ella, especialmente el pequeño, Marcos.
Gracias a las actividades del
hotel, formaron una padilla con más niños y niñas de su edad, donde lo que más
importaba era pasárselo bien.
Blanca y Marcos se hicieron
inseparables, incluso se apuntaron a una gymkhana. Y quedaron terceros.
La quincena pasó con la rapidez de los
momentos felices, y llego la última noche, el baile, Blanca estaba triste,
pronto dejaría de ver a sus amigos, especialmente a Marcos..
Entró en su habitación y vio un
vestido encima de la cama, corrió a cogerlo, era precioso, el fondo azul con
pequeñas flores rosas, amarillas y blancas, y en el suelo una manoletinas
igual, vio a su madre y la abrazó. Podía estallar de alegría.
Cuando su madre la peinó, le
coloco por primera vez desde su corte, dos pequeñas horquilla blancas
sujetándole el flequillo.
-Lo ves Blanca, ya empiezas a
tener una melenita..,
Comenzó el baile, con farolillos y guirnaldas, con
"chuches" y refrescos a reventar, y bailó, bailó toda la noche,
bueno, hasta las doce aproximadamente. Ese día aprendió una palabra nueva,
“Balada”, Marcos le cogió las manos y se las llevó a su cuello, le rodeo con las suyas y se acercó a
su cara con timidez.
De ese momento, Blanca sólo recuerda el cosquilleo de su
estómago.
No había tenido la oportunidad de escucharlo en clase, pero si la suerte de leerlo =) es genial... al final se me han puesto los vellos de punta. =)
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