Las cadenas impedían su
movimiento. Su pelo largo y negro se arrastraba por el suelo, estaba desnuda y
arrodillada en la áspera tierra del rincón donde la tenían cautiva. En la
espalda tenía marcas de un látigo, las heridas recorrían toda la espalda. En su
frente hay una media luna negra que mira hacia abajo, no es una herida sino una
marca que indicaba su procedencia. Era la hija mayor de la reina Serenity,
antigua gobernante del milenio de plata cuyas tres hijas se reencarnaron en la
Tierra como guerreros.
Su nombre es Selenia, una
de las gemelas, pelo negro y largo con dos coletas sujetas con dos moños y una
melena entre ambas.
Alguien le liberó, un ángel con cuerpo humano.
Debajo de ella apareció un círculo con varios símbolos de magia blanca. Una luz
la envolvió y la elevó mientras su cuerpo se cubría con un vestido negro con
adornos dorados en la parte del pecho cual traje de novia. En su espalda se
formaron dos alas negras.
Selenia corría descalza
para escapar del oscuro lugar. Al llegar a la salida, se encontró a un demonio
que guardaba la puerta hacia su libertad. El ángel que la liberó volvió a
aparecer frente a ella y le entregó un broche negro redondo con cuatro esferas
pequeñas a su alrededor.
_ Lo he estado guardando
durante mucho tiempo, es hora de que despierte la guerrero del cristal negro_
dijo Castiel, el ángel, mientras se lo entregaba_ él te está buscando, necesita
tu ayuda
En los ojos de Selenia
aparecían imágenes de su pasado, su memoria perdida había vuelto. El broche empezó
a brillar, se lo acercó a su pecho y el fulgor creció uniéndose con su cuerpo.
Las alas y el vestido desaparecieron, en su lugar un traje compuesto por una
falda negra que se unía a una camisa con un lazo turquesa en el que se
encontraba su broche y otro lazo entre la camisa y la falda. Unas botas negras
y unos guantes blancos con una parte negra en el principio y el final. La marca
se convirtió en una diadema con una gema negra en el centro de la frente.
El demonio y ella
empezaron a pelear. El demonio le lanzaba esferas envueltas en llamas y Selenia
se protegía con un escudo que formaba con la palma de su mano. Dio un salta e
hizo aparecer un una espada con una empuñadura negra de obsidiana, la hoja era
larga y azul. Cortó en dos al demonio, que desapareció entre llamas y llantos.
_Llévame hasta él_ dijo
mientras abría la puerta_ me espera mi padre.
Castiel y Selenia se
dirigieron a la superficie, donde les esperaba el padre de las tres princesas,
a quien nadie había visto en miles de años.
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