“No debería estar ahí”
Eso era lo que yo pensaba cada vez que entraba en aquella habitación cuando
visitaba a Paco. Echaba un vistazo a la gran estantería que cubría la pared del
fondo de la estancia, allí descansaba una gran cantidad de libros que mi amigo
ojeaba y consultaba constantemente por lo que el estado de los tomos, sobre
todo los de ciencias, era lamentable. Tanto las cubiertas como las páginas de
los ejemplares lucían ajadas y su emplazamiento resultaba totalmente caótico,
aún así, mi amigo Paco sabía en todo momento la situación de cada uno de ellos
y cuando necesitaba buscar alguno, lo encontraba sin el más mínimo esfuerzo.
Él ansiaba comprender
todo lo que le rodeaba, desde lo que
sucedía dentro de su cuerpo, el origen de sus emociones, el porqué de una
tormenta, qué elementos influían en las fluctuaciones de la bolsa, la
diferencia entre creacionismo y evolución etc. Hasta la pregunta más elemental
como es quién soy.
Pretendía encontrar allí, en aquellos estantes repletos de
sapiencia, la respuesta a su insaciable sed de conocimiento. Por eso yo no
comprendía qué pintaba ese libro entre todos los demás. Paco era un ser
absolutamente racional y no admitía teoría alguna que no pudiera probarse
empíricamente, algo que al mirar aquel texto, me descolocaba bastante respecto a la idea que yo tenía sobre su
persona.
Un día le pregunté-
¿Porqué ese libro ahí?
El me respondió- ¿Por qué
no?
-A ver Paco, hace años
que vengo a verte porque me gusta estar contigo y escucharte, sobre todo eso,
escucharte. Siempre dices que de lo que lees, sólo crees lo que se puede
demostrar, y por eso no me explico el sentido de esa obra en tu estantería.
-Parece que no me conoces
tan bien como crees- dijo Paco y continuó-.Verás, desde que nací, viví en un
monasterio pues no tenía familia y allí es donde fui a parar. La vida monacal,
cerrada a cal y canto organizó mi existencia y mi credo, pero un día tuve que
salir de allí y enfrentarme al mundo. Aquello fue como una bofetada en plena
cara que me despertó de golpe y me hizo cuestionármelo todo. Tenía miles de
preguntas que no conseguía aclarar, esto era algo que quise solucionar con mis
queridos libros. Y sí, he encontrado en ellos bastantes respuestas, pero
todavía hay muchísimas dudas que aturden mi mente y no veo la forma de
disiparlas, por eso ella está aquí. Es la Vulgata, la primera traducción de la
Biblia del hebreo al latín. La cogí de la biblioteca del monasterio y me
refugio en ella cuando tanta razón acobarda mi espíritu. Razonablemente somos una mota de
polvo en el universo. Quizás haya algo
más que lo meramente razonable. Por eso está ahí y está bien
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