martes, 18 de noviembre de 2014

Metamorfosis, por Samuel Lara



Abro los ojos. Ahí está, sin ningún brillo en sus ojos, solo oscuridad. La única forma de vencerlo es volver a la luz. Su mirada es fría, solo quiere verme muerto.

Doy un grito. El estruendo me libera del sufrimiento del pasado, siento un cosquilleo que me obliga a sonreír. Mi cuerpo brilla con gran fulgor mientras empiezo una nueva etapa en mi vida. De mi espalda salen dos alas blancas inmensas, que se abren para alzar el vuelo. Parezco un niño otra vez, una gran felicidad inunda todo  mi ser. Levanto el vuelo y subo más alto de lo que incluso mi vértigo podría soportar, puedo hacer lo que sea, cualquier cosa. Al mirar hacia abajo veo la ciudad más pequeña, ya no me asusta. El miedo que antes tenía al mundo, esas ganas de no existir, ahora quiero vivir más que nada.

El cielo está tranquilo, las nubes parecen esponjoso algodón de azúcar y tienen toda clase de formas. “¡un dragón!¡una cabeza!¡una isla!” Pienso en voz alta dando gritos de asombro. El azul del cielo hace que me imagine buceando en un mar inmenso. Aumento mi velocidad y el viento cálido acaricia mi rostro y mis alas. Muchas aves vuelan encima de mí. Veo el mar, he llegado muy lejos. Me dirijo velozmente hacia el agua y me introduzco en su interior. Mis alas cambian, se tiñen de colores eléctricos. El lugar es distinto al cielo, los animales acuáticos están por todas partes. Me retuerzo alrededor de mí mismo mientras veo todo el océano. Ballenas, tiburones calamares, medusas y peces de todos los tamaños y especies me rodean, no parecen querer problemas, simplemente me observan. Nado junto a ellos, nunca me había sentido tan parte de la naturaleza. Subo a la superficie con impulso y salgo del agua mientras noto el calor y la luz del sol.

Escondo mis alas en la tierra y me adentro a un bosque. Me muerdo el pulgar y con la sangre dibujo una espiral. Mis ojos se vuelve escarlata y la pupila se alarga como la de un felino. Cambio de forma a la de kyubi, nueve colas y una velocidad increíble. Echo a correr por todo el bosque mientras escucho los sonidos de este, pájaros, animales de varias clases, insectos, el silbido del viento azotando todo a su paso.

Me paro en seco y extiendo mis colas, es hora de saber que hacen las demás. Control de la tierra, control del viento, dominio del agua y dominio del fuego son las capacidades de cuatro de mis colas. Tanto tiempo encerrado en lo que creía el mundo al que pertenezco y sin embargo no había visto lo que la madre naturaleza me tenía preparado. Estoy completo, la oscuridad es solo una parte más de mí, pero la luz sigue siendo mi hogar. Una de mis colas brilla, cambio a forma humana, a la de un kitsune. Pelo corto pero por los hombros, orejas de felino, las colas siguen ahí pero más pequeñas. Me miro en un pequeño lago y veo que esta forma solo se presenta con forma femenina. Supongo que todo tiene un precio.

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