Mi existencia, dicen, se
remonta a unos 6000 años a.c. en una zona poblada de lo que hoy es Turquía, el
objeto encontrado estaba trabajado en roca
de obsidiana. Posteriormente se hallaron nuevos vestigios en Babilonia, Egipto
o China, algunos elaborados en cobre. Aunque si atendiéramos al elemento con el
que tanto me relacionan, siempre he formado parte del universo humano. Ha sido
tanta mi interacción que con frecuencia me pregunto, ¿como hubiera sido la vida
sin mí? ¡No! no piensen que soy un egocéntrico, pero es que jamás paso
desapercibido para nadie, provoco sus más perspicaces o disimuladas miradas que
delatan sus más encontrados y profundos sentimientos.
Créanme, hasta he sido
objeto de una guerra, sin soldados ni generales, pero guerra al fin y al cabo,
eso sí, con intereses económicos, ésta sucedió allá por el año de 1666, entre
Francia y Venecia. Que quizás, también provocara el primer episodio de
espionaje industrial. En esa época, ninguna corte se resistía a la moda que
suponía mi influencia, y era Venecia quien se beneficiaba, pues tenía
prácticamente el monopolio europeo de fabricación.
Otras y muchas son mis
cualidades, por ejemplo, hay quien descubre en mí todo un universo oculto de
fascinante riqueza, así a veces he sido considerado un símbolo de la sabiduría,
de la fascinación, de la adivinación, de
todas las facultades y poderes misteriosos del ser humano; cuantas preguntas e
interrogantes ante mí, expresados con un lenguaje propio, a veces pudoroso,
otras desvergonzado, con el que se desnudan en excesiva complacencia consigo mismo,
pero con el que también muestran sus temores cuando la oscuridad y las sombras
de la noche caen; recelan y miran con gran misterio, creyendo ver en mí,
reflejos de sus sombras y sus miedos.
Así rondan sobre mí miles
de leyendas urbanas, unas escalofriantes, como ser considerado portal hacia
otros mundos, de muertos o de vivos atrapados y condenados a permanecer
encerrados eternamente; otras fantásticas, donde la poderosa influencia que se
ejerce sobre el pensamiento, lanza la imaginación hasta considerarme puerta
astral al más allá o a dimensiones paralelas, de conexión con otros mundos de fantasías.
Rodeándome de un aura de fascinación, donde se entremezclan la fantasía y la magia,
con la energía negativa del ocultismo, ritos y fobias.
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