Argos es el guardián del bosque
de Abaddón, es un ser único que vela por
preservar el equilibrio natural de su tierra para que ésta perdure en el
tiempo. No se conoce ciertamente su origen, ni su edad, la leyenda dice que fue
fruto de la unión de un gran hombre y ser mágico del bosque, pero esa
historia se perdió en el transcurrir
de los tiempos. Argos vive en la torre
vigía situada en el límite del gran bosque y la tierra de los hombres.
Su aspecto exterior es como una
ciudad fortificada, cuya muralla de piedra robusta, fuerte e infranqueable hacer desistir a los enemigos, su gran fuerza
y su don para intuir a otros
seres, lo hacen imbatible. De lejos, su fisonomía podría confundirse con un
hombre, pero sus dimensiones
sobrepasan los estándares humanos
y su piel desnuda brilla tanto con la luz del sol como de la luna, de ahí su
nombre, < el que brilla>. Su imponente físico no le resta agilidad a sus movimientos, éstos son portadores de una
ligereza y velocidad poco común. A diferencia de las murallas, su cuerpo no
tiene puntos débiles por donde se le pueda atacar, su naturaleza es mágica e inmortal.
Como toda ciudad amurallada
esconde en su interior un secreto. Su gran secreto es una inteligencia
extraordinaria y una capacidad especial de percibir a los demás seres y las intenciones de éstos, el
conocimiento aumenta en su mente como la fuerza en su cuerpo. La mirada de sus
grandes ojos refleja el verdor de los árboles, su mirada puede ser aterradora, pero
esa sensación desaparece cuando alguien consigue entrar en su alma mágica, aunque
ello ha ocurrido en muy pocas ocasiones. Su aspecto atroz es proporcional a su
belleza interior, si eres afortunado y te permite adentrarte en su mundo
interior, puedes descubrir detalles de su personalidad, como la delicadeza y la
honestidad en el trato con los seres del
bosque, la destreza y habilidad con lo que le proporciona el bosque, pero
quizás lo más intenso, se haya en su
amor incondicional por el gran coloso verde y sus moradores.
Consciente de la impresión que
ejerce su aspecto, una vez que ha percibido las intenciones de quien se le acerca,
deja atrás los prejuicios y su cabeza se convierte en un lienzo blanco, donde cada individuo va dibujando fragmentos de su
ser. Alguien le enseñó que toda criatura es como los frutos del bosque, no
sabes si están sabrosos hasta que no los pruebas, el aspecto a veces puede
confundirnos en la percepción y
conocimiento del mundo que nos rodea. Una inteligencia como la de Argos no se
permite ese error.
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