jueves, 8 de noviembre de 2012

Mi primera vez, por María del Mar Quesada.


Mi primera vez fue con 17 años.  No sé si fui  precoz o no, en las vivencias personales no hay una edad establecida, cuando surgen se llevan a cabo o no, no hay reglas escritas. Podría haberlo hecho antes, pero sentía que no estaba  preparada. Con 17 años  mi cuerpo empezó a tener  vida propia y exigirme ciertos retos.

Yo había escuchado conversaciones entre mujeres  sobre su  primera vez,  tenían versiones para todos los gustos. Algunas de ellas decían no haber sentido nada,  no les había  dolido nada,  ni se habían enterado. A la mayoría  les había molestado un poco, pero no le dieron  importancia  y aunque se resistieron un tiempo,  al final claudicaron. A otras les había sido tan doloroso que decidieron no volver a repetir la experiencia  y optaron por otras alternativas para llegar al mismo objetivo, por suerte para ellas, siempre han existido personas creativas que inventan para que otros se beneficien.

A mí esta experiencia me planteaba muchas dudas; la más importante era el dolor, yo no estaba acostumbrada a ponerme enferma, así que mi umbral del dolor era muy bajo con lo cual desconocía hasta donde podría aguantar. ¿Podría quejarme si me dolía o esa actitud sería infantil?

Otra incertidumbre era la desnudez, yo siempre había sido muy pudorosa con respecto a quitarme la ropa delante de alguien,  pero en esta ocasión no podría escaparme,  tendría que dar ese paso  y superar mi pudor.  ¿Tendría que desnudarme de una vez o poco a poco? Decidí no pensar en ello, ya lo solucionaría en el momento.

El tiempo era otra incógnita, cuánto duraría la primera vez. Decidí no preocuparme, yo tenía tomada una decisión e iba a seguir hacia delante,  a fin de cuentas es un paso que toda mujer debe dar en algún momento. Estaba preparada para ello,  me acercaría más al hecho de ser mujer y dejar de ser una adolescente, o eso era lo que yo creía. Así pues, aquel lunes 21 de abril,  llame por teléfono a su casa. Quedamos en vernos en su  casa  al día siguiente, a las seis de la tarde.

Esa noche me costó dormirme, para mí cualquier acto que se escape o interfiera en mi rutina supone un pequeño desequilibrio emocional  y  se queda reflejado en el sueño. Por la mañana, en el instituto no  comenté nada a mis amigas, pensé que una vez superada la experiencia se lo podría contar con más detalles. A las cuatro y media me duché,  me puse ropa cómoda para que me  resultara fácil desprenderme de ella. Por entonces, no aparentaba la edad que tenia, pero ir muy arreglada  me parecía excesivo, de poco iba ser servir cuando  estuviéramos a solas.

Al filo de las seis, estaba llamando al portero automático, me abrió, pero cuando llamé a la puerta de su casa me sorprendió que me abriera su madre, me dijo que fuera por el pasillo hasta  la puerta del fondo, después ella se marchó a la calle. Avancé por el pasillo,  un poco nerviosa  llamé a su puerta,  pregunté si podía pasar y escuché “Entra, entra”. Le saludé y nos dimos un beso, el hielo de mis nervios se derretía. La habitación era muy luminosa pues daba a la gran avenida, estaba pintada de blanco, solo rompía el blanco el colorido de los posters. La habitación estaba caldeada, por lo menos no pasaría frío cuando estuviera desnuda. Se escuchaba música relajante.

Era joven, pero mayor que yo, tendría unos  22 años, con voz suave me explico cómo lo iba a hacer, intentó relajarme  diciendo que no me preocupara, que no me dolería. Me pidió que me desnudara. Suspiré y decidí quedarme solo con el sujetador y las braguitas puestas. Cuando estuve semidesnuda me señaló la cama y me explicó que me echara boca arriba, estando tumbada me acarició suavemente las piernas, pero sus manos estaban frías y se me puso la piel de gallina.  Noté de pronto el calor en mi piel y cerré los ojos. Iba a desprenderme de algo que llevaba conmigo 17 años y aunque hasta hacia un año yo no le había dado importancia, a esa edad comenzó a tener su espacio. Noté un tirón y algo se desprendía de mí. Por primera vez,  me desprendía del vello de mis piernas con cera caliente.

Sería la primera vez de muchas otras.

1 comentario:

  1. Me extrañaba que la primera vez estuviera tan preparada, matemáticamente preparada...Vaya control. El giro ha sido de 180º.Me gusta.

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