Cuando Sagrario Santos se
despertó aquella mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su
cama convertido en un amasijo deforme de vísceras, huesos y piel.
“¿Qué me ha ocurrido?”, pensó.
Su habitación, una habitación confortable
y limpia, permanecía tranquila después del estruendo que lo había desvelado.
Creyó que era un sueño…
Aquel caluroso martes de septiembre cuando
Sagrario Santos llegó a su agencia en el piso setenta y cinco del edificio, sintió
que el día iba a ser tan aburrido como los demás.
Sagrario hubiera dado parte de su vida
por tener otro trabajo que lo librara de esa triste y gris existencia de
empleado de tercera del Morgan Stanley Bank.
Sagrario atravesó con paso cansino el
pasillo enmoquetado que dividía la oficina, donde los compañeros mas
madrugadores ya estaban tecleando cifras, que se reflejaban en las pantallas de
sus ordenadores.
El estallido lo sorprendió. Sobrecogido
y sin reacción, y con un miedo pavoroso
su transpiración llegó a ahogarlo. Eran cerca de las nueve de la mañana.
La mirada de Sagrario Santos se dirigió
hacia lo que quedaba de una de las ventanas y recordó en un instante su
infancia en su Oaxaca natal. Aún no se había recuperado cuando inesperadamente
un segundo estruendo, aún mayor que el primero, lo catapultó hacia un sueño
irreal…
¿Es el 11M?.¿Esaba muerto?.Sin duda algo acabó con el hastío que era su vida. Me gusta.
ResponderEliminar