viernes, 9 de noviembre de 2012

Un mal sueño, por Alfonso González Ibáñez.


Cuando Sagrario Santos se despertó aquella mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un amasijo deforme de vísceras, huesos y piel.

     “¿Qué me ha ocurrido?”, pensó.
  Su habitación, una habitación confortable y limpia, permanecía tranquila después del estruendo que lo había desvelado. Creyó que era un sueño…

                                                                               ***

Aquel caluroso martes de septiembre cuando Sagrario Santos llegó a su agencia en el piso setenta y cinco del edificio, sintió que el día iba a ser tan aburrido como los demás.
  Sagrario hubiera dado parte de su vida por tener otro trabajo que lo librara de esa triste y gris existencia de empleado de tercera del Morgan Stanley Bank.

  Sagrario atravesó con paso cansino el pasillo enmoquetado que dividía la oficina, donde los compañeros mas madrugadores ya estaban tecleando cifras, que se reflejaban en las pantallas de sus ordenadores.

 El estallido lo sorprendió. Sobrecogido y sin reacción,  y con un miedo pavoroso su transpiración llegó a ahogarlo. Eran cerca de las nueve de la mañana.

  La mirada de Sagrario Santos se dirigió hacia lo que quedaba de una de las ventanas y recordó en un instante su infancia en su Oaxaca natal. Aún no se había recuperado cuando inesperadamente un segundo estruendo, aún mayor que el primero, lo catapultó hacia un sueño irreal…
    

1 comentario:

  1. ¿Es el 11M?.¿Esaba muerto?.Sin duda algo acabó con el hastío que era su vida. Me gusta.

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